8 de julio de 2012

Give it away

Annie derramó gotas esa noche. Pero no os confundáis, Annie estaba feliz por él, porque él podía estar allí, pero algo le corroía por dentro y los suspiros le costaban salir de la boca, convirtiéndose en sollozos de lamento. No le había pasado nunca. 
Desear estar en un lugar no es tan raro, Annie siempre ha deseado estar en muchos sitios, compartir montones de experiencias. Pero aquella le dolía. Empezó a llorar tres veces. Cuatro lágrimas, y volvía a empezar. Annie quería parar, pero despegar los ojos de la pantalla significaba perderse cada segundo, y su cuerpo le obligaba a mirar, como diciéndole que, si no miraba, se arrepentiría; y mucho. Y sin embargo, no era capaz ni de soltar un sonido al abrir la boca. 
Annie sentía que debía estar allí. Podía apostar sus lágrimas por ello. 
Y, cuando terminó, allí se quedó Annie, con la piel tirante y roja.

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