18 de febrero de 2011

Pero no importa.

De vez en cuando sigo notando tu presencia, pero ya no me importa. No me malinterpretéis, no es que no me importe, pero una parte de mí se siente como... ¿liberada? No sé si es esa la palabra correcta, pero no importa. Lo que importa es que soy capaz de hacerte frente, de asumirlo. Porque me he dado cuenta de que no debo luchar contra ti, que no puedo, me superas. Pero da igual, ya lo he dicho; me repito. 
Me revuelvo el pelo en busca de una sensación liberadora, una sensación que me quite los restos de preocupación durante unos segundo y que me abstraiga de la realidad. Probadlo, creo que es el mejor método para relajarse, ahora mismo, sí hacedlo, os lo ordeno.
...
Y después de éstos segundos de relajación, donde la rebeldía se ha impuesto a la rutina de la semana, escuchar música, da igual, la que sea [reggaeton no, por favor, a menos que sea imprescindible], y moveos como os de la real gana, no penséis, no lo hagáis bien, simplemente sentirlo, aunque no sepáis ni lo que dice la canción. ¡Qué más dará si es sólo por unos segundos.
...
Oigo pasos en el pasillo y corriendo me recoloco los pelos, los pongo en su sitio y hago como si todo fuese normal. Falsa alarma. Puedo seguir con mi rebeldía. Ahora cantad, como si fuese la vida en ello, da igual que no os sepáis la letra, ahí está la gracia. Cantad.
...
Pero no importa, porque no importa. ¿Y si les importa? Pues que les den. Estoy harta de ti, maldito monstruo. Noto tu presencia, pero es inevitable, sé que habitas ahí, y sé que nunca te irás, pero no te voy a hacer la estancia agradable, así que prepárate, porque ahora me toca a mí. Ahora me toca a mí estar en cada rincón, en cada oscuridad, acechándote cual presa malherida. Sé que los roles cambiarán y que habrá días en los que no me quede más remedio que aceptarte. Pero prepárate. 
PREPÁRATE.

16 de febrero de 2011

Nubes




  • Hoy hay reunión de nubes. ¿Que qué es eso? Es el día que las nubes, todo tipo de nubes, se reunen en una ciudad, pueblo, o incluso en mitad de la nada; no importa, simplemente se reúnen y empiezan a hablar. Empiezan a contarse las historias de su largo viaje, su experiencia con la muerte y su experiencia con la reencarnación.
  • Porque en realidad, no todo el mundo lo sabe, las nubes se reúnen para morir. Sí, para morir. Y lo saben, no importa, ellas van porque saben que es lo que tienen que hacer.
  • Se reúnen, y abarcan el cielo entero, lo tapan, lo encapotan, te prohiben ver el sol. Es entonces, cuando empiezan a relatar sus vivencias, cuando comienza el caos:
  • Las conversaciones amenas que les servían como una introducción social se van tornando en confesiones. y sus almas henchidas van acumulandose en la puerta para poder salir. No es una reunión para entablar amigos, es una reunión para suicidarse. El alma de las nubes se rompe en cachitos, se destroza, se inunda, se acumula, y explota. Es ahí cuando las nubes empiezan a desaparecer, y esos cachitos se dejan caer al vacío con forma cristalina. Se precipitan al suelo y empiezan a esparcirse por todos los rincones. El suelo y la tierra quedan empapados de dolor, de odio, de rechazo, de felicidad, de bondad, de maldad, de amor, de pena... 
  • Nadie se explica por qué éstas preciosas criaturas se autodestruyen de una manera tan dolorosa y lenta: dejando escapar lo que alguna vez fueron. Pero a nadie le importa, porque sus almas cristalinas hacen daño a mucha gente aquí abajo, y a muchos animales también, y, aunque nadie lo sepa, las nubes también lloran por eso, lo que hace que su alma se rompa más todavía y caiga con más fuerza.
  • Y lo único que me queda por haceros saber, es por qué se reúnen para morir:
  • En su peregrinaje, la intención que tienen es encontrar nuevas definiciones, nuevas palabras, nuevas experiencias... pero lo único que encuentran es odio, dolor, asco, culpabilidad... y eso es lo que ellas guardan en su alma, por eso el color de ellas es gris o negro, y por eso, muchas veces, traen de la mano los truenos y rayos que tanto nos atormentan. Pero también recogen felicidad, porque sino, ¿qué sería de ellas?
  • Por eso, en vez de al mirar al cielo, y mostrar tristeza en vuestros rostros, recordad que lo que llueve: 
  • es felicidad. 

14 de febrero de 2011

Transmisión.

-Lo que hay que hacer por amor.
-Siempre puedes negarte.
-No puedo, mi sargento no me deja.
-¿Prohibición?
-Devoción.
-¿Obsesión?
-Amor.


Y con una sonrisa en la cara deja escapar las palabras de su prisión.
No amigos, no soy yo. Parte de esa conversación sucedió de verdad. Su piel emanaba un resplandor inequívoco, estaba enamorado. Está, enamorado. Sus poros derrochan amor todos los días, a todas horas, todos los minutos. Su sonrisa cuando la ve, las caricias que le da cuando la abraza. Pero no es todo posesión: le da espacio, no es su sombra, no es su cerebro, no es sus pensamientos, no es su corazón. Y sé que él no querría serlo, porque sabe que eso la mataría, lo mataría.


Su sonrisa... 


No es precisamente un texto largo y enmarañado, pero verle a él decir esas palabras, cargando con esa sonrisa en la cara, tan amplia que se te contagia, infunde amor, mucho amor. Simplemente quería que alguien más la disfrutase.

13 de febrero de 2011

Quiero mis fantasías.


Mis fantasías se cuelan por los recovecos del tiempo. Mi sonrisa se ensancha sin querer cada vez que la fantasía se expande más de lo necesario. Fantasías que aparecen cuando mi mente tendría que estar concentrada en una sola cosa. 


Pensar con éste, de éste, con aquél, de aquél, imaginarme un mundo paralelo en el que mi vergüenza no es impedimento para mis actos, y mis actos no ocasionan repercusiones. Mundos paralelos donde todo es como yo quiero pero nada es real, donde el tiempo se puede rebobinar y los hechos se pueden borrar. 

Es un momento de valentía lo que necesito, un momento en el que sepa que, pase lo que pase, me de igual. Tú por tu lado, yo por el mío. 


Las fantasías durante las clases son malas, pero más si en vez de fantasías son también deseos.

¿Cómo llegar a cumplirlo, cómo llegar a realizar ese sueño? Pensar todos los días en lo mismo con la esperanza de que desaparezca aquello que lo evita y por fin puedas disfrutar del momento. ¿Cómo no sentirte culpable? Pero no por pensar, sino porque no saber hacerlo. Pensar cómo serían sus labios, cómo sería su roce, qué es lo que diría, qué es lo que dirían. Ramificar una frase que podrías haber dicho, o un acto de pura rebeldía. 

Pero si se llevase acabo: ¿cómo sería el mundo?

Fantasías que no se cuentan ni al papel, que son mejores cuando se quedan encerradas bajo llave en tu mente. Más placenteras, divertidas, tristes, dolorosas, anecdóticas. Sólo hay que limitarse a recordar, y esperar a que algún día, se haga realidad, el tiempo es rápido, pero al dejarme ventaja sólo consigue que me de tiempo a todo.

Quiero romper la barrera de la vergüenza. Quiero perder el sentido de la razón.
Quitarme la prenda que llevo pegada a mi cuerpo, aquella que no deja ver cómo soy en realidad. Despójame de las cadenas de la sociedad y arroja la cordura al cubo de la ropa sucia.
Haz paso a la demencia. 

7 de febrero de 2011

¿Hace falta escribirlo?

He sido destruida por completo, despreciada por todo mi ser. En un momento todo mi ser ha sido apaleado sin contemplación por mis propios sentidos, estúpida de mí al caer en su trampa; sobre todo estando avisada de antemano. Estrujo mi alma cual trapo desvencijado por la guerra, que en un acto de contención, estrujas como si te fuese la vida en ello. 
¿Vacía? No creo, nunca. Haber sentido todo eso. Pensar tantas veces en qué habría pasado... en qué sería de mí ahora... Me imagino tan feliz al lado suya, tan feliz... espero poder despertar de esta depresión que se va escondiendo a ratos tras mi subconsciente, y que por unos segundos, minutos, (y si está generosa) horas, recobra fuerzas y deja mi felicidad a su libre albedrío, para después volver con más fuerza. ¿Pero cómo poder desahogarme si mi boca no se mueve y mis ojos, aunque hagan el amago, no dejan escapar ni una sola lágrima? 
Supongo que me lo merecía. Por muchas razones. Pero ahora me siento tan mal, y le doy tantas vueltas. A todo. Pero sobretodo a ese momento, a ese momento en el que dejé de ser tuya, y en el que cada vez que pienso lo veo como el peor error de mi vida. Y he cometido muchos en muy poco tiempo. Demasiados. 
y he aquí la pregunta que se hacen todos, y que si no quisiese, no tendría por qué escribirla: ¿volvería a ser querida por alguien de ese modo? No, perdón: ¿volveré, yo, a querer de ese modo?
Me cuesta creerlo, y aunque sé que me quieren, y no les reprocho nada, y espero que me perdonen, no me es suficiente, porque necesito sentir yo ese amor. Eso a que la gente llama amor. 
Escribir sobre esto no soluciona nada, pero alivia, o no... o quizás sí... Como todo, no estoy segura, la ambigüedad es algo que llevo agarrado de la mano con esposas sin llave, bueno, con llave sí, pero no con cerradura. Y sé que nunca se soltará.
Me quedo sin palabras, sin actos. Mi cerebro corazón está vacío, mi cuerpo, yo. Totalmente vacía, odio las semanas, odio el paso del tiempo, y odio los errores. Mis grandes placeres parecen tan lejanos...
El texto carece ya de sentido y a mí me empieza a doler. 


Ya son las diez...

4 de febrero de 2011

" 'Cause I'm all messed up...! "

Recuerdo la melodía en mis oídos; las notas inundan mis capacidades y mi alrededor empieza a difuminarse. No necesito una razón, simplemente ocurre.
Con la punta de los dedos fríos agarro el boli y lo muevo con delicadeza pero sin detenerme, sólo de vez en cuando levanto la cabeza para comprobar que nadie me espía.
Rodeada de gente y sólo se escucha una voz, una sola voz, que intenta inculcarme en mi formación, pero no lo consigue, pues mi imaginación a vuelto y poco a poco se despierta y se hace paso entre la horrible muchedumbre de Rutinlandia.

2 de febrero de 2011

Cinco sentidos desgastados.

Busco tu mirada furtiva entre los ojos de los demás. Arranco el vacío de los seres, de su corazón. Destrozo el cuerpo de mi ser.
Giro lentamente la cabeza y la alzo hacia la luz, mi mirada acusadora, acusa:
¿Por qué me levantas de mi sueño?
El reflejo del sol me impide verte bien, pero igualmente te echaré esa mirada envenenada, ¿porque quién me dice a mí que no vienes a atacarme?, ¿que tus manos tienen la intención de acariciarme el cuello sin ahogarme, sin estrangularme?
No me muevo, espero a que des el primer paso, para así poder saltar si veo que me atacas. 
Siempre a la defensiva, siempre atenta, con un pie en la tierra, y el otro en mi mundo, pero igualmente sigo consciente. Aunque mi mirada parezca somnolienta.
No tengo ganas de atender, mis sentidos se niegan, están gastados de intentarlo todo y no conseguir nada. Quieren vacaciones. Sobre todo aquel que, aunque nadie lo considera como sentido, es el que rige a todos los demás.
Éste no para ni un minuto, piensa, repiensa y vuelve a pensar. Cada día sube a la noria los mismos pensamientos, pasados, futuros y presentes, no importa de qué época sean, simplemente los sube, le da al botón y deja que se preparen en esa rueda gigante. 
Una vez terminado el paseo, los suelta, ¡a todos a la vez!, y los deja a su libre albedrío. 
Dieciséis horas más tarde, cuando todos han regresado los mete en la lavadora; están sucios de tanto jugar. Y vuelta, y vueltas, y más vueltas. Es la ronda final; ya centrifugados y relucientes de tantas vueltas, el jefe los manda a la cama, para que repongan fuerzas para el día siguiente. 
Pero esto desgasta mis sentidos, la rutina no es buena para ellos, por eso, mi mirada parece somnolienta, por eso lanzo miradas envenenadas, porque esos pensamientos son frutos de un error, de unos errores, mis errores. Todo tipo de errores. 
Ojalá se pudiesen renovar los sentidos, quitarte los que tienes, y coger del armario unos limpios, porque aunque todos los días vayan a la lavadora, sólo se quitan la suciedad superficial. 
Déjalo, tus sentidos también están desgastados, simplemente acepta mi mirada y déjame sola entre mi... va, qué más te da, seguiré envenenándote con mi mirada.

Sangre

Me encuentro mal; me ahogo en mis propios fluidos y el monstruo que aporrea la puerta de mi armario va cogiendo fuerza.
¿Que por qué está ahí? Porque hace tiempo decidí no darme por vencida, y, justo cuando sus fauces estaban a punto de arrancarme la piel de la cara, me encaré a él y conseguí encerrarle ahí. Y se durmió. Se durmió durante mucho tiempo.
Pero hace un par de semanas volvió a despertar, y recupera su fuerza, que aumenta y aumenta... ¿Que por qué me ahogo en mis propios fluidos? No sé, no me di cuenta hasta que éstos me inundaron la garganta. Ahora ya no puedo hablar... Espera, ya veo el por qué: una herida. 
Supongo que era la secuela de la lucha, pero era tan pequeña que no me di cuenta. Ahora, roce tras roce, la pequeña secuela se ha convertido en el horror de mis pesadillas. Sangro, sangro  y no paro de sangrar. Intento salir de mi habitación, pero me da miedo pasar por al lado del armario y además la puerta está colapsada, así que aquí me encuentro... "Glup". Se acaba de caer una bisagra a la sangre, el monstruo está golpeando con más fuerza, y, aunque suene raro, en estos momentos me alegro de estar rodeada por la viscosidad de la sangre: impide que yo me mueva, pero que el monstruo tampoco.
Aunque no sé qué es mejor: dejarme devorar o luchar por salvarme.
Intentar nadar sería una solución, pero no ahora que la puerta está a punto de caer. Y llorar no supone una solución, pero alivia, es como si estuviese haciendo algo, pero sé que no es verdad.
No tengo mucho tiempo, la otra bisagra está cediendo. ¿Otra solución? ¿Para qué, para que termine el sufrimiento? Dejarme atrapar; que sus garras me atrapen y sus dientes me devoren. Pero hay algo que me lo impide, y aunque parezca que pierdo el tiempo con tantas cavilaciones, no os preocupéis, lo hago, y es que la sangre ya me llega por las sienes, aunque todavía puedo ver. La sangre tiene la generosidad de dejarme morir a manos del monstruo. 
No sé cómo respiro, supongo que, aunque suene muy estúpido, ya que la sangre proviene de mi cuerpo, el oxígeno de ésta... no, es estúpido, muy estúpido, lo más probable es que haya perdido la consciencia y esté flotando en esa masa pútrida, viscosa y asquerosa que proviene de mi cuerpo.
No he escuchado la segunda bisagra hacer "glup", pero no hace falta, el monstruo ha inclinado la puerta y a modo de trampolín se impulsa hacia mí. Mis ojos como platos demuestran mi terror y mi gran error: debería haber luchado, hasta el fin, pero ahora es muy tarde y ya sólo queda la sumisión. Cierro los ojos fuerte, tan fuerte, que al agachar la cabeza, la viscosidad me cubrió por completo la nariz. 
Una pompa emergió de la sangre antes de que el monstruo cayese: 
Socorro...