29 de agosto de 2011

Olvidar despertarse

Los vientos azotaban con destreza, él galopando en su corcel y dejando el aliento helado tras de sí, seguía pensando en la descabellada idea de volver a tiempo a su casa sin que el temporal lo alcanzara. Pero era tarde y una lluvia inminente empezó a caer del cielo, pegando los rizos negros a su frente y dificultándole la visión. Un rayo cayó a unos metros, el caballo se asustó, y empezó a hacer cabriolas, el muchacho cayó al suelo, quedándose tumbado en mitad del embarrado camino mientras el corcel huía despavorido en mitad de la noche. Minutos más tarde el muchacho cobró la consciencia, pero ya era demasiado tarde: la tormenta había empeorado y se había convertido en una ventisca de nieve, que ya había tapado la mitad del sendero. Solo y perdido en mitad del bosque, el muchacho miraba a su alrededor con la mirada inquieta, abrazándose a sí mismo para conservar el poco calor que le quedaba en el cuerpo. Indeciso ante la idea de refugiarse a un lado del camino, decidió levantarse y caminar en cualquier dirección, para así conseguir que los músculos no se atrofiasen. Pero el muchacho estaba cansado, y caminar entre la nieve en mitad de una ventisca era más agotador aún, así que tras un rato, cayó rendido en mitad del camino y se arrastró trabajosamente a un lado de este, al resguardo de un árbol de tronco ancho y copa frondosa, para poder protegerse más de la tormenta de nieve. A pesar de los intentos del muchacho por permanecer despierto, el sueño se iba apoderando de él a medida que avanzaba la noche, y ni siquiera la idea de su amada esperándole resguardada enfrente del hogar pudo darle fuerzas para ello.


El muchacho soñó con cosas muy dulces y apacibles esa noche, haciéndole olvidar todos los tormentos de su vida: todas las peleas, todas las situaciones embarazosas, todos los malos momentos… incluido aquél. Pero por desgracia, quedarse dormido en mitad de una ventisca, supone la muerte, y esa noche, el 
muchacho, en mitad de una tormenta de nieve, olvidó incluso cómo despertarse. 

27 de agosto de 2011

Hoy

Ya queda poco, una semana exactamente, siete días, hoy mismo dentro de una semana, hoy. HOY.
Acojonada por completo, esperando y deseando que lo que tiene que pasar, pase pronto, y el resultado sea el aguardado, el ansiado, el anhelado, el necesitado. Sobre todo el necesitado. 
Sigo en una nube de irrealidad, incapaz de asimilar que esto me esté pasando, e incapaz de asimilar cómo hay gente que está en peor situación que yo, pero que sin embargo afronta mejor este horrible trance; e incapaz de asimilar cómo hay gente que en mi opinión se encuentran en las circunstancias en las que yo debería estar, gente que habiendo hecho muchísimo menos que yo (se podría decir que nada) han obtenido lo que yo llevo deseando desde hace mucho. Es irónico, teniendo en cuenta que llevo toda mi vida sin saber qué hacer y ahora que lo tengo claro, me niegan la oportunidad de cumplirlo. Divina ironía, pero ahora que lo pienso, esto es más bien sarcástico, un cruel sarcasmo.
Tengo ganas de meterme en la cama, taparme con la sábana, ahogarme con la almohada, y dejar de respirar.
[Pero así, con cariño y tal]

21 de agosto de 2011

Un resquicio de locura atisbaba en su mirada. La sola idea le consumía el alma; se podía ver en sus lágrimas no caídas, en su risa histérica.
Al pensarlo me doy cuenta de que necesitaba consuelo, y yo no se lo di, una parte de mí decía que no era el momento. Era como si al hacerlo, le otorgara aquel conocimiento que ella no quería asimilar. 
Se oculta la verdad así misma, pero creo que es porque sabe que si la acepta sentirá que ha perdido el tiempo, el dolor será real, y todo habrá sido mentira. Una mentira.
Mientras, los mil kilómetros separan las verdades calladas, los pensamientos ocultos; vuelve todo vacuo e inútil. Ya no tiene sentido, pero ¿para qué darse cuenta si siempre es más fácil vivir en una mentira? 
Ojalá que despierte pronto y yo pueda estar ahí.

9 de agosto de 2011

Please

Esbozó una sonrisa. Una gota de sudor le caía por el centro de la columna. 
¿Cómo hacerle saber a una persona que le quieres cuando las palabras no afloran?
Se imaginó su mano rozando suavemente la zona baja de su espalda de izquierda a derecha, dándole un apretón cariñoso al final del recorrido, y después, un beso en la mejilla; suave, dulce, sin segundas intenciones, sólo con amor. La sonrisa se amplió.
¿o la vergüenza te inunda?
Desde aquella vez, sólo tiene ganas de encerrarse entre las sábanas con él, y disfrutar de sus pensamientos (labios) con lapso ilimitado. 
Esa noche, al acostarse, deseó que la próxima vez el tiempo fuese infinito.

5 de agosto de 2011

Una simple pesadilla.

Usurpó sus pensamientos en mitad de la noche, encarnado en un par de ojos seguía las redes de sus conexiones. ¿Cómo se ha metido aquí? Se preguntaba ella, que, alarmada por el intruso, puso en marcha sus sentidos para asegurar las murallas. Sin embargo no se desveló. Ella seguía durmiendo plácidamente, bueno, hasta que el intruso extendió un virus y todos sus guardias cayeron como moscas:
Un gato salía de entre los matorrales; negro como la noche, con ojos..., qué más darán los ojos, por una vez, en sus sueños los ojos no aparecían. Detrás del gato no salió nada, ni nadie, tan sólo el gato. Hace tiempo ella había leído que soñar con gatos significaba que es posible que el sueño represente un aviso del inconsciente para que nos demos cuenta de algo que está sucediendo a nuestro alrededor y no nos damos cuenta; que hay que estar alertas ante posibles traiciones, problemas o daños que pueden ocurrir con personas cercanas. También recordaba haber leído sobre algo más, pero no se acordaba; estaba soñando, ¿quién se acordaría siquiera de lo que comió esa mañana?
El gato se había quedado inmóvil ante ella, las cuencas vacías de su cara la incitaban a acercarse a él. Estaba asustada, ¿cómo era posible que esa impresión proviniese de aquel rostro inexpresivo? Y aun así se acercó. Acercó una mano para que el gato la olisquease, pero este siguió inerte ante ella, así que sin reparar mucho en lo que iba a hacer empezó a acariciarle. Su pelaje negro era suave, muy suave. La pelambrera del gato comenzó a erizarse y de su interior empezó a surgir un bufido. El gato se volvió arisco y agresivo, lo que provocó que ella se apartase rápidamente, pero al dar un paso hacia atrás calló en un agujero y la gravedad actuó en su contra, haciéndola descender sin control y sin posibilidad de poder parar.
Se despertó en el suelo, con la sábana medio caída, y la cama vacía. "Una pesadilla", se dijo así misma, y regresó a la cama; así, sin más. Cerró los ojos de nuevo y volvió a dormirse.