23 de diciembre de 2010

Lee mi cara y dime que me entiendes.

Y desperdiciar el tiempo en banalidades, ¿porque para qué perder el tiempo con tus amigos, con aquellos que te entienden con sólo explicarlo una vez? Agotar tu tiempo...
Que te pongo esa cara, ¿y qué? No sabes ni por qué la pongo. Y el supuestamente mejor día del año yo me lo pasaré rodeada de desconocidos, en una ciudad desconocida y cohibida por la presencia de personas que no quiero. 
Puedo bailar con un millón de personas si tengo un sólo amigo al lado, puedo bailar sin nadie, pero no puedo bailar con un grupo de desconocidos. NO. Esto es una mierda, una puta mierda. Y yo la estoy viviendo de la peor manera posible. 
Quiero ir, decirle NO QUIERO IR y que ella lo entienda y me deje estar aquí, sólo a mí. Pero no, es imposible, porque ella no asume que yo pueda estar aquí, porque ella se cree que lo hace por mi bien, Porque esto es una puta mierda y ella no se lo cree.
No quiero estar así, pero no puedo evitarlo, porque cada vez que lo pienso, se me encoge el corazón pensando que no podré estar aquí, contigo, disfrutando del último día. Quiero poder quitarme esa congoja y pasármelo bien, y perder la vergüenza, toda, toda ella. 
Quiero dormir, pero no me atrevo, porque sé que estaré mejor dormida y que mañana, cuando me den el toque a las cinco de la mañana, yo no me querré despertar, y no lo haré, y todo saldrá "mal" para ella, y todo será más mierda que antes. 
Quiero dormir. Para siempre.

21 de diciembre de 2010

Llueve.

Deja de llover, pero no dentro de mí, ¿y dentro de ti?
La lluvia se precipita al fondo, donde las alcantarillas la atrapan hasta el fondo de la ciudad y necesito limpiarlas antes de que se vuelvan a asomar las nubes, o se desbordarán y la ciudad quedará inundada, y todo el mundo sabe lo que pasa en las inundaciones. Caos.


I love the way you lie. I don't want to spect that you are there for me, not any more, not now, NO.

10 de diciembre de 2010

Ninguna huella en un desolado mar de emociones. ¿Cuándo llegará algún forastero curioseando mis territorios? La entrada está vetada a amigos y conocidos, demasiado desprotegida me he sentido ya. Pero quiero a alguien que no me pida nada más, que sea fiel a mis territorios y que no los destroce, y que su paso por ellos me ayude a conservarlos.
Un alma con el que me pueda identificar sin mostrarle mi identidad, alguien que no se pueda llevar un cacho de mi, una pieza de mi enrevesado rompecabezas, algo que me deje un vacío irreemplazable. ¿Alguien se ofrece?

8 de diciembre de 2010

Estoy ñoña, te quiero a mi lado ahora mismo, conocer todos los rincones de tu cuerpo, rozar tu pecho con la yema de mis dedos y recorrer tu cuello con la boca, arrancarte los botones de la camisa y que me mires con tus ojos tan... limpios.
Estoy por pasar de todos y hacer lo que yo quiera, pero la única vez que pude, no lo hice. Ahora estoy con el pensamiento en la cabeza, hora sí hora también, y sé que de aquí a que mis manos y tu cuerpo se vuelvan a juntar solos queda mucho tiempo.
Estoy proponiéndome robarte antes de irme.

4 de diciembre de 2010

Romperme la cabeza.

Intento ponerle remedio, pero mis sentidos no me dejan, es como un ciclo sin fin, pero sin el como. Caigo en redondo a la oscuridad, y por mucho que lo intente no consigo frenar, porque cuando estoy apunto de conseguirlo, algo me hace recordar y me vuelve a hacer caer. Y por mucho que lo intente, sé que no voy a conseguir nada productivo. Intento arraigar algo de positivismo dentro de mí, para que me impulse hacia la salida, pero no lo consigo, es difícil, y aunque alguien lo intente, no consigue ayudarme. 

Necesito un golpe en la cabeza, que me de amnesia y que me haga olvidar todos mis problemas, y que me de fuerzas para poder sacar esto adelante. No necesito un golpe, necesito que me rompan la cabeza, que me la quiten y me la repongan por otra nueva, y mientras, quiero dormir, recuperar mi autoestima, y mis ganas de hacerlo, porque no veo justo, que sólo cuando TÚ quieras, las cosas estén bien hechas.

Quiero romperme la cabeza y no despertarme nunca, o que al menos, la nueva cabeza,  me mande hacer lo que tengo que hacer.

30 de noviembre de 2010

Revelaciones... ¿inútiles?

No puedo evitar no verte igual, verte como hace unas horas hacía, verte como la romántica
Arde la venda de mis ojos y descubre mi ceguera. 


Cierra la lógica y abre la ventana de tu cuarto...


Cabrón.


Palabras soltadas como un suspiro en una noche de verano, mentiras acaecidas por el alba que las teñía de rosa. Y ahora soy yo la que vuelve a caer. 


Estoy enfadada, conmigo, contigo, con ella, con él, con todos. No consigo lo que quiero y tampoco me ayudan los mundos paralelos, que me cierran la puerta y echan la llave. Todo a mi alrededor se derrumba, excepto mi muralla, que hace que mi sonrisa no demuestre su lado putrefacto y que al hablar, salga de ella, un perfecto aliento gélido pero gustoso a la vez, con olor a menta, diría yo. 


¿Me habrán ocultado algo más? ¿Seré una simple paralítica que no consigue avanzar, desarrollar sus carencias? tengo la cabeza tapada por un saco que no me deja ni ver, ni oír, ni hablar. Coarta mi libertad y a la vez se mofa de mis intentos. 


¿Pero por qué? Él tenía derecho a hacerlo, y ella más. Y ahora verla así me produce... ¿horror? No, no es esa la palabra(, creo). Es un sentimiento indescriptible, una sensación que no se me irá hasta pasado un tiempo, o hasta que le pregunte la pregunta que tengo en mente, que distrae mi atención en cada segundo: ¿cuándo parasteis?

Eso dirigiría todo mi odio hacia él y la idea que tenía de volver a hablarle habrá desaparecido. Mentira. Le hecho de menos; esas risas, eso besos, esos abrazos... Sólo me siento bien cuando estoy en compañía, pero nadie sabe lo que me pasa, ni el por qué de mis inminentes exigencias. Quiero contarlo, pero el saco no me deja.


Tan serena a la vez que alterada. 


Querer perdonar sin ser capaz de ello, saber que has hecho mal sin poder remediarlo, autoconvencerte de algo pero sin resultados. Escuchas música para poder distraerte, pero como también estás sorda, no consigues oír nada que merezca la pena.


El otro día me revelaron que estaba muerta, y mi reacción fue preguntar qué es lo que comeré mañana. Pero como no me contestaron, decidí preguntar por qué nací. 

20 de noviembre de 2010

It (eso)



No era maquillaje lo que el payaso lucía. Tampoco estaba envuelto en un montón de vendas. Eran vendas, sí, casi todas alrededor del cuello y las muñecas, agitadas hacia atrás por el viento pero Ben le veía la cara con claridad. Tenía arrugas profundas; su piel era un mapa de pergamino que trazaba arrugas, mejillas desgarradas, carne árida. La piel de la frente estaba partida, pero sin sangre. Labios muertos sonreían desde unas fauces en que los dientes se inclinaban como lápidas. Sus encías estaban agujereadas y negras. Ben no le vio los ojos, pero algo centelleaba muy atrás, en los fosos de carbón de aquellas cuencas, algo así como las frías gemas en los ojos de los escarabajos egipcios.

Stephen King.

16 de noviembre de 2010

Cuando haces algo que no quieres sin posibilidad de remediar. 
La posibilidad de fallar y volver a intentar no existe, se evapora en el aire y deja paso a la recaída. 
Caer a un pozo sin fondo donde la luz no se apaga  pero no la puedes ver porque tu vestido te tapa la cara.
Sin inspiración, 
sin cerebro,
sin ganas... 
sin nada.

10 de noviembre de 2010

Desgraciada naturaleza.

Primera hora de la mañana y mi cerebro ya está en funcionamiento, aunque desgraciadamente está demasiado activo y se pone a cavilar en zonas que se veían clausuradas.
Caigo en la rutina, en los días donde mi guardia personal hace un recorrido lento y tedioso. Y ayer tocó la zona, esa, zona. La guardia se acercó al edificio y rompió el cordón policial, haciendo que el jefe policial se manchase los dedos, y que al abrir la puerta una nube de polvo se deslizase por el suelo.
Los policías entraron sin contemplación y empezaron a ventilar el edificio. Pero algo había cambiado. El polvo, contaminado y tóxico como era la última vez que se intentó inspeccionar, había mutado. Ahora cuando aspiraban y las partículas se introducían en las fosas nasales, no provocaban espasmos en los pulmones e, irremediablemente, había que salir de allí, sino que, simplemente, se deslizaban hacia los pulmones sin provocar ninguna reacción atípica.
Los objetos vuelven a cobrar vida y las salas se llenan de luz. La puerta de una de las habitaciones se abre expectante. Y allí está, sentado al borde de la cama con las manos cruzadas. El que hizo que todo empezase y que nada terminase, al menos para mí.
Cuando vuelves al pasado y todo vuelve a estar como siempre. Nunca nada cambia, todo sigue igual.
Los pensamientos se confunden y yo sigo pensando en qué puede encontrarse detrás de esa puerta lo suficientemente entornada como para hacerse ilusiones. La posibilidad.
No, no, no, no... 
Sin querer vuelvo hacia atrás, recojo las migas de pan que fui tirando por el camino para no perderme. Pero en realidad lo que necesito es no encontrar el camino de vuelta, que venga un perro con escoba en la cola y en la cara y borre aquél camino por el que algún día pensé que iba bien.
Saber que es inútil, porque hagas lo que hagas se cometerán los mismo fallos, saber que por muy feliz que estés en ese momento el sufrimiento será mayor al final. Conseguir borrarlo todo durante un tiempo y que después vuelva a su sito, no tiene precio. Y pensar que algo podría cambiar, tampoco. Pero está en la naturaleza del hombre, es inevitable. Nuestro cerebro acumula y asimila información que después es difícil olvidar, porque se incrusta en nuestro cerebro y reniega de su verdadero sitio: el vertedero.
Sí, porque en realidad nuestro cerebro, sentimentalmente hablando, es un vertedero. Pero como en todo vertedero siempre hay restos que merecen la pena, y es por eso, queridos lectores, por lo que nunca nos desprendemos de la basura que absorbe la tierra y dejamos paso para algo más... ¿superficial?

25 de octubre de 2010

¿Una imagen vale más que mil palabras?

Él sostiene mi cabeza levemente con su cálida mano.
Mis ojos se posan sobre sus labios carnosos y dibujan en el aire el recorrido que éstos acabarán haciendo.
Lentamente se acerca a mí, nuestras narices ya se tocan.
Es tan cálido.
Poco a poco el aire entre nuestras bocas se va consumiendo, nuestro aliento se mezcla y mis ojos siguen clavados en él.
Él inseguro, duda en si acercase más rápido.
Apoyo mi mano sobre su cuello, lo acaricio y hago una leve, muy leve, presión. 
Sólo para darle a entender...
Por fin en hueco se ha llenado, nuestros labios ocupan el vacío que nos separaba y se fusionan. Haciendo que me muera de amor, y que...

... que me despierte de mi ensoñamiento mientras miro la pantalla del ordenador. Sólo una imagen ha hecho que me transporte a otro mundo y que olvide todo lo de alrededor, imaginándome la situación y disfrutando de ella. Y a pesar de intentar plasmarlo en algún sitio, me quedo corta al expresarlo. Ojalá fuese capaz de cambiarle a mis películas el formato de "crbr" a wmv.
Sí, es cierto.

7 de octubre de 2010

Inútil.

No sé para que lo intento, todo acto me parece inútil. 
No quiero verte, la verdad. Cada vez que me acerco a ti, recuerdo con quién estás y qué es lo que siento. Esto es una mierda, sí, pero es peor que la anterior, porque ahora sé que ya no puedo hacer nada, que ya no podré estar contigo de ninguna manera, sólo como amigos.
Os estáis conociendo, que tiene algo especial... ¿qué es? ¿Los quilos de maquillaje que se hecha todas las mañanas?, ¿los tacones que se pone cada vez que sale?, ¿qué es más suelta que yo? o ¿simplemente es que te daba igual con quien estar y ahora te auto convences? 
En parte me das pena, siento lástima por en qué te convertirás, bueno, más bien, por en qué te convertirán. Pero tú estás bien así, y mientras yo, dándole vueltas y consiguiendo que cada vez que te mire algo en mí se encienda y me confunda un poco más.
Estoy confusa, muy confusa. Pero es sólo porque yo quiero, porque ya no le puedo hacer nada, ya no tiene remedio.
Estoy confusa. Quiero a alguien que me quite esto de encima, aunque más bien, quiero que alguien se quede con esto que tengo encima. Lo veo tan inútil dentro de mí, sin hacer nada, sin servir para nada.


Voy volando por un cielo de tempestades, y no reparo en mis alas, porque aunque sé que están desgastadas, prefiero morir a dejarlas abandonadas. Quiero unas alas nuevas, pero a estas les tengo cariño, hace poco tiempo que las tengo, pero han sido tan buenas... Pero quiero alas nuevas, unas que no se estropeen tan rápido y que no hagan que me precipite hacia el vacío, para después estamparme contra el suelo. 
Quiero alas nuevas. Ya.

14 de septiembre de 2010

Esto es una mierda

Quiero hablar contigo, pero no sé qué decirte, mi mente se queda en blanco y no se me ocurre nada que decir. Intento sacarte de mi cabeza, pero siempre vuelves. Pienso que ya estoy apunto de sacarte, de borrarte, de que seas sólo eso, pero me está resultando difícil, eres tan... Y me desespero, y me desespero, y me desespero. Y aunque dentro de poco ya no nos veamos más, sigo esperando ese pequeño milagro que me haría muy feliz. Te veo, te veo, y te vuelvo a ver, y el sentimiento se repite, en estos momentos me gustaría ser ese témpano de hielo que todo el mundo dice que soy.

28 de agosto de 2010

Hace ya tiempo.

Llego a casa después de dos horas con ganas de irme de allí y con el alma llena de agua. Voy andando y los pantalones se me pegan a la espinilla y me calan los huesos, los tenis imitan silbidos al llegar a casa, y al quitarme los calcetines, estos están encharcados por los numerosos charcos pisados a lo largo del camino, e irónicamente deja de llover justo cuando llego a casa.
Alguien parece que sufre desconsoladamente ante una desgracia, ya que sólo llueve cuando salgo, y a mares, cómo si hubiese explotado una bomba de relojería donde en vez de pólvora, lo que salen disparadas son las lágrimas retenidas durante mucho tiempo... afortunadamente no soy yo la que llora.
Con el estómago cerrado intento que me entren ganas de seguir haciendo deberes y de ponerme manos a la obra con francés, pero mi acuclillamiento me impide moverme y el estómago se me va cerrando un poco más a cada tecla que pulso. No me gusta estudiar francés, y menos lo que últimamente escribo, la imaginación está atascada y mis súper poderes no salen a la luz, ni siquiera creo que salga algo bueno de aquí, pero tenía que escribir, mis ojos derrotados por el cansancio inexplicable me obligan a ello, llevando así, la contraria a todos los miembros de mi cuerpo que ni siquiera quieren dejarse caer encima de una cama.

...

La imaginación que recorre mi cuerpo está dormida, agotada. Ya no fluye por mis venas y se esconde en los recovecos de mi mente que no quieren ser explorados. Y no quiere salir de ahí. Le obligo, pero pocas cosas terminan como yo espero. Quiero tochos, textos largos de extensión tan larga como la muralla china, tan inmensos como el universo, tan profundos como el mar en invierno. En mi cabeza, reside dormida, y ya no puedo ser la heroína que tanto soñé en uno de mis tochos que habitan por el blog, ahora me convierto de verdad en la heroína sin poderes que tanto describí, ya es literal, ya ni siquiera tengo aquello que me hacía teletransportarme a otro mundo, hacerme invisible o morirme, ni siquiera eso...
Esa sensación de que escribes lo correcto, lo que de verdad quieres, y que te hace sentir tan bien... esa sensación tan inmensamente agradable y satisfactoria desaparece y otra totalmente contraria ocupa su puesto. Ahogo, desasosiego, desapego, malhumor, pena, agobio, estrés...

Tantas veces he querido estar sola, sola de verdad, de pensar en quién tienes a tu lado y de no encontrar a nadie, pero siempre hay alguien que te recuerda que no es verdad, que dependes de un mundo que no puedes abandonar y que por mucho que quieras no desaparecerá. Es lo que hay, y en vez de estar a oscuras y dejando volar mis pensamientos, estoy aquí escribiendo esto, este texto, un texto que no tiene sentido mires por donde lo mires, y que tampoco merece una crítica.

27 de agosto de 2010

Llevo esposas en mis muñecas. Esposas que atan mis movimientos. Cada golpe que doy es desperdiciado, y lo único que consigo es un nuevo roce en las muñecas. Necesito la llave, pero no la encuentro; necesito ayuda, pero no la encuentro.

Despierto de mi pesadilla, la angustia y el dolor corroen mis huesos, siento las muñecas doloridas y la piel me escuece. ¿De verdad era un sueño? Pero, ¿el qué sino? Cada noche, sin yo saberlo, mi cuerpo se despierta y deja a mi racionalidad sumida en un profundo coma; sé que nunca se llevaron bien, la racionalidad siempre echa por tierra lo que mi cuerpo ansía hacer. Así que, despierto y avanzo, me visto, salgo a la calle, a la noche, y, como si tan sólo hubiese un camino que seguir, me dirijo a mi perdición. Todas las noches, en la misma calle, en el mismo rincón, con la misma ropa, pero distinta gente. Mis amistades varían cada noche, algunos perduran, pero otros simplemente me utilizan una vez, me utilizan para dejarme tirada, y extasiada, y magullada, y destrozada, y después, cómo una muestra de agradecimiento por haberles prestado mi dolor, me depositan amablemente una cantidad de papel en el suelo. Tras varias amables sonrisas y adjetivos preciosos, regreso con mirada desafiante a mi casa, y una vez atravieso la puerta, mi cabeza se hunde y mis pies se arrastran, porque ahí es cuando me reencuentro con mi racionalidad y mi mente empieza a unir las piezas.

Mirada desafiante... ¿que por qué? Porque cuando ando por la calle y la gente me mira, en vez de gritar, declaro con mi mirada:

Sí, soy puta, y ¿a ti qué coño te pasa?

26 de agosto de 2010

Basta.

Basta de falsas hipocresías, de comentarios ridículos, de sonrisas sin verdad.

BASTA DE DECIRME SIN SENTIDOS QUE NI SI QUIERA TÚ ENTIENDES.

Aléjate de mi nube y súbete sin rumbo a la tuya para que pueda desaparecer tu falsa sonrisa. No quiero ánimos si no son de verdad. No quiero que me hables si no es para decirme algo de verdad. No quiero que te acerque a mi nube a menos que en tu cara no ponga FAIL.

Lárgate de aquí, mi alarma pita y tan sólo consigue decir:
INTRUSO, INTRUSO, INTRUSO, INTRUSO, ¡INTRUSO!

Si estoy cansada a ti te da igual, si estoy feliz eso ya no tanto, pero sigues callado esperando el hundimiento, si estoy indiferente intentas que no sea así. Si tú no eres feliz, nadie lo será.

INTRUSO, INTRUSO, INTRUSO, INTRUSO, INTRUSO...

Gente que viene y va, otros se quedan y destrozan, otros se quedan y ayudan, y otros simplemente son un mero entretenimiento. Nadie te dice la verdad, y todos te mienten, algunos no te juzgan, pero a otros los repugnas. Qué irónico es cuando se es hipócrita y la gente lo es contigo por tú serlo.

El cansancio es de todos, y el ánimo de los hipócritas.

Diferencias.

Yo podría decir lo mismo de ti, la verdad, pero no llevo mis sueños a raja tabla, ni tampoco los apunto cada vez que cumplo uno sin quererlo. Tengo demasiadas cosas que quiero cumplir pero que se me antojan muy lejanas.
Y diréis, si se quiere, se puede. Y yo responderé, y una mierda.
Las cosas son más sencillas de lo que parecen, pero eso no quita el miedo que llevan de la mano. Cada vez que pienso en mis sueños, en mis deseos, en mis anelos... siempre hay alguna pega que impide que se realicen, y cuando me quitan esas pegas y no tengo palabras para contraatacar, me siento desnuda ante el mundo, y mi orgullo se ve herido por aquello que yo siempre intentaba evitar, la verdad.
Y ahora que lo pienso, y aunque me lo repita, puedo hacer todo lo que quiero, aunque siempre a contras y peros.
Que quiero vestir como me da la gana, ¿pero qué pasa con tu estilo y tu forma de pensar?
Que me quiero soltar y ser más cariñosa, ¿pero qué pasa con tu muralla de hielo?
Que quiero hacer lo que me da la gana, ¿pero qué pasa con las reglas y tus principios?
Siempre hay algo que me impide hacer todos mis deseos, y en estos momentos me estoy planteando hacer una lista e ir tachando cada cosa que haya en ella. Pero... ¿acaso no duraría siglos?
Quizás la gente no está hecha para morir con todos sus deseos, y está hecha para aceptar lo innegable y morir con la conciencia tranquila de no arrepentirse de algo. Parece lo mismo, pero no lo es.

14 de agosto de 2010

10 de agosto de 2010

Conjeturas

Los rastros de tus mentiras se esparcen por mi vida y cubren la felicidad, que de los rincones, consigo recoger. Retrocede en tu camino a la felicidad, te has equivocado de sendero, no eres más que un pequeño animal que se equivocó al escoger y que anda perdido por los caminos del edén sin saber que no lo son. Piensas que haces lo mejor. ¿Pero de verdad te lo crees?

Cada vez que te miro me entran celos, pero tú no los ves. Y sé que tienes celos de mí. Lo sé. Pero tú te crees que doy idiota, y que, combinado con tu supuesta máscara de felicidad, lo puedes tapar, pero estás equivocada, y eso también lo sabes. Aunque no lo quieras admitir.
Irónicamente te escudas en palabras para no tener que decirte lo que de verdad te pasa.

Prefieres ser infeliz.
Prefieres negar que alguien te ama.
Prefieres que haya alguien malo en tu vida.
Prefieres que haya algo malo en ti.
Y tú no lo aceptas.

No aceptas que haces conjeturas erróneas y que, a pesar de lo que puedan decir los otros, esas conjeturas son las que llevan a los demás a la locura. Esas conjeturas son como espinas clavadas en tu cerebro. Paranoias que quieres que desaparezcan. Y las sueltas. Y nos las sueltas. Y sueltas causan daño, pero tú no te lo crees. ¿Por qué eres tan ciega? ¿Por qué no quieres darte cuenta de que lo que de verdad te pasa es que tu extrema felicidad te hace infeliz?

Tienes una soga al cuello que se aprieta cuanto más feliz estás, pero tú sujetas la soga y... los demás sólo podemos mirar cómo autodestruyes tu mundo... cómo nos destruyes...

Rompe tu puta máscara de una vez y acepta la verdad:
Eres feliz.

5 de agosto de 2010

Mil pedazos [[Mary]]

Tiempo en soledad y oscuridad, y ningún caso hago a mi compañera. Ella hace reír y lo intenta conmigo pero no lo consigue, y aunque ella sonría su cabeza está igual que como estaba la mía:
Enredada, enrevesada, liada, oscura, pálida, cansada, anulada...
Sé que se lo niega a los demás, como sé que tampoco quiere contárselo a nadie, tiene dudas y no sabe cómo expresarse dentro de su cabeza.

-¿Algún día será ella?
-Puede.
-¿Crees que se entenderá?
-Puede.

Su  mente vaga incansable por las noches en una barca mullida de espuma. Siempre ve el horizonte, pero nunca llega a él.
-Y ¿tú sabes por qué es?
-Sí.
-¿En serio?
-Sí.
-Dímelo.
-No.
-¿Por qué?
-Porque su barca se hunde y no consigue encontrar la fuga, y si tú se la dices...
-Si yo se lo digo, ¿qué?
Éstas sandeces son las que ella procesa cada noche.
-Su subconsciente lo sabe.

Y así es como, ella, sin saberlo, se desvela cada noche y olvida sus conversaciones con su barca y ella misma.
¿Por el día? Oculta tras su reluciente y perfecta máscara, otra totalmente desfigurada por las dudas. Nadie se da cuenta y se enorgullece por ello, pero por dentro bulle de ganas de que alguien la descubra, rompa esa máscara en mil cachitos y con ella, las dudas de la segunda.
Después cuando se vuelve a encontrar sola en su habitación, añade unas lágrimas más a su desolado mar; no las derrama, pero sólo pensarlo basta para que el mar aumente y más se hunda su barca.

-¿Y nunca hace nada para solucionarlo?
-Sí.
-Pues no lo parece.

El silencio reina en habitación. Quiere dormir, pero no puede, su subconsciente sabe que no es bueno... Y en efecto, como siempre, ella hace mal y duerme...
Regresa la mañana. Un incordioso ruido la secuestra de su decrépita barca y deja, de nuevo, olvidados, toda su conversación con ella misma.

-¿Y su solución?
-¿Qué solución?
-Tú dijiste que lo intentaba arreglar.
-Ella no puede.

Y duerme, y despierta; duerme, y despierta; duerme, y despierta.
Y en alguna de estas interminables rutinas despertará sabiendo que lo ha encontrado, que ha encontrado la solución.

-¿Sola?
-No.

Y entonces sus máscaras caerán por el peso de su ridiculez y, en ese momento sí, se romperán en mil pedazos de cansancio y amargura, tan pesados para su mente, tan pesados para ella...

25 de julio de 2010

Internet

Rodeado de tecnología, un mundo construido de tecnología. Gente increíblemente capaz, inteligente, audaz... y sólo una cosa es capaz de parar ese mundo y esa gente que nos rodea.


Cuando ilusionados le damos a un botón para saciar nuestro aburrimiento, y sale una ventana con nuestro (o nuestros) sitio predilecto todo parece ir bien, hasta que la pantalla se queda en decorados azules y blancos con un pequeño e irritante, muy irritante, mensaje:

INTERNET EXPLORER DEJÓ DE FUNCIONAR

¿Y ahora qué? ¿a esperar? ¿a pensar en otra cosa? ¿o simplemente desesperarse hasta sucumbir a los encantos de aquello a lo que llaman servicio al cliente?

Pero en mitad de la noche las llamadas no sirven de mucho, y esperar acaba convirtiéndose en una tortura. Tan sólo quería acceder a mi pequeño rincón para poder hacer que este insomnio mío tan querido se meta en la cama y me agarré de la cintura, acurrucándose a mi lado y haciendo que ambos nos quedemos dormidos, pero gracias a dos pantallas y una cruz, me limito a escribir en un blog de notas para así poder enseñarlo, quizás, mañana por la tarde o en cualquier otro momento.

24 de julio de 2010

Raro

Gente que se hace la valiente, que ahoga sus penas en un vaso vacío, vacío de esperanza y de alguna lucidez. ¿Cuánto tiempo se creen que les funciona?
Parece divertido, pero no lo es, tu hígado se consume y tu cuerpo no llega a estar sobrio nunca. ¿De verdad merece la pena?
El tiempo pasa volando, no sabes lo que haces, pierdes la noción de todo, pierdes los sentidos, y repulsas a los distintos.
¿Te merece la pena?
Intento convencerte, hacerte ver la realidad de las cosas, que tu oscura nube se borre de tu dibujo, de tu ilusión. Estás drogado por el pesimismo, por la infelicidad, por la inseguridad. Cada paso que das no es más que el reflejo oscuro de lo que de verdad quieres sentir.
Un cambio inesperado que se transforma en ansias. Ahora quiero moverme, saber qué es estar con vosotros. No es nada personal, sólo un cambio de aires. Me gustan mis antiguos aires. Pero estos atrapan mi curiosidad, pero doy a entender lo que no quiero.
¿Tan difícil es establecer otra rutina?

13 de julio de 2010

La carrera


Corre huye escapa. Corre huye escapa. Corre huye escapa.

Olvida lo pasado y huye del futuro, soy el depredador de tu mente y he venido a cazarte.

Corre huye escapa.

Hazlo rápido, porque no soy compasivo y no pretendo dejarte ventaja, ni dejarte escapar.

Corre huye escapa.

Provengo de lugares oscuros, hundidos en las mas viscosas viscosidades, no acepto el orden y repelo las leyes.

Corre huye y escapa.

Si puedes...

20 de junio de 2010

The other day I was thinking...
Tengo los músculos resentidos, los movimientos me duelen y no puedo ni andar sin que note la tirantez de éstos. Y para qué, las cosas se van rápidamente, y a nadie parece importarle, porque, realmente, y aunque la gente lo diga, nadie se preocupa por lo que sentía la persona, por cómo era o por lo que se callaba. Lo que de verdad importa cuando estás vivo, es lo que haces, lo que dices, y lo que enseñas.
¿Escritor famoso? Se le recuerda por lo que escribía.
¿Estrella de cine? Por su compostura, ligues...
¿Políticos? Por si la piciaron o no.
¿Una tía? ...
¿Qué más dará? Nadie se acuerda de ellas, ni siquiera aunque sean tías de algún famoso. Su vida ha sido un desperdicio.

17 de junio de 2010

La gran... ¿decepción?

Las lágrimas se derramaron por mi cara, no pude aguantar más.
Ver cómo mi esfuerzo se echa por la borda y el tiempo utilizado se convierte en perdido.
Ya me imagino la decepción de... bueno, su decepción. Sé que es obvio que se decepcione, pero no soy una máquina, y por mucho que se lo repita, su contestación sigue siendo la misma, y aunque me intente engañar diciéndome que lo entiende y que es todo un logro el haber llegado hasta aquí, yo sé que es mentira; y no se da cuenta de que eso me mata.
No sé qué hacer. ¿Cómo puede ser que lo que más me gusta sea mi mayor fracaso?, ¿cómo puede ser que en lo que más trabajo, más fallo? El mundo se vuelve del revés y descoloca mis esquemas.
No sé qué hacer: ¿junio o septiembre?

13 de junio de 2010

En coma

¿Dónde estoy?... Abro los ojos después de un parpadeo y me encuentro en un mundo totalmente distinto. Los colores blanco y negro abundan y no se observa ningún atisbo de felicidad. Estoy en una habitación echa añicos, destrozada, derruida, echa escombros. Las cortinas están desgarradas y cada cajón fuera de su sitio; los cristales están rotos y los diminutos cachos se esparcen por todo el suelo; los muebles, arañados, están arrojados por la habitación y una pared derruida ocupa una pequeña esquina. El polvo y la suciedad abundan por donde mire, millones de telarañas se pueden ver a kilómetros de distancia. La mugre habita en esta habitación. Doy un paso adelante y me doy cuenta del suelo, roto y con socabones que dejan entrever perfectamente un salón igual de destrozado que la habitación. Alzo la mirada y compruebo que en el techo los agujeros se suceden y puedo llegar a ver la boardilla. ... Estoy en la calle. No existe nada en ella. los coches están abandonados fuera de sus sitios, tirados sin más sobre la carretera. Absolutamente todos los cristales están rotos, no queda ni un sólo reflejo no desfigurado. Mis pasos, lentos, comprueban que el caos ha reinado en la ciudad, sea cual sea, y que por alguna razón yo he sido el único superviviente. Pero algo hace que en mi cerebro se encienda algo. Ese cartel, en el que se puede leer perfectamente > con letra cursiva y estilo antiguo, llama mi atención. De pronto todo me suena y poco a poco las piezas se empiezan a juntar en mi cabeza. Mi cara de ignorante se torna a la de sorpresa cuando descubro que esta ciudad derruida, cubierta de polvo y suciedad, y que en la que el más mínimo ápice de vida es aquél donde habita más moho, es mi ciudad. Pero... ¿dónde está la gente? La obviedad está presente en el ambiente: no hay nadie más. ¿Y mi casa? Una imagen de cortinas desgarradas se alterna con otras limpias y recién compradas, como cuando estás en una discoteca y la luz empieza a parpadear. Mi casa. Aquél montón de escombros se había convertido en mi hogar, o más bien había destruido mi hogar. Otro parpadeo de ojos, y al abrirlos me encuentro en el salón de lo que había sido mi hogar. El sofá, antes de color blanco y con dos butacas al lado, estaba desgarrado totalmente y las tripas se salían de cada cojín, y las dos butacas, se encontraban esparcidas en su hueco de siempre; la estantería con mis libros favoritos estaba derrumbada, boca abajo en el suelo, mientras los libros decidían ponerse a barrer el suelo con sus pulcras palabras; la cristalera estaba abierta y, como en el resto de los lugares, las copas estaban rotas, echas añicos en la misma balda donde esa mañana puse la última copa limpia. Me acerqué a encender una luz, a ver si esto coge un poco de color, pero la bombilla explotó en cuanto le di al interruptor. Me sobresalté. De pronto me di cuenta. Mi piano. Desplacé la mirada hasta la esquina que me faltaba por supervisar, y allí estaba. Mi querido piano. Aquél que tantas veces me había acompañado en mis días de soledad, el que me había consolado y escuchado, aquél que había recogido todo mi dolor en unas solemnes melodías, estaba ahora destrozado por él. Me arrodillé en el suelo y toqué una tecla. Sonó. No estaba tan mal como parecía, simplemente se le habían caído las patas y ahora se encontraba totalmente echado en el suelo. Oh, mi piano. Después de una asimilación, me di cuenta de mi soledad, y las lágrimas llegaron a mis ojos. ¿qué iba a hacer yo sin nadie a quien amar, sin nadie a quien acariciar? ¿Qué iba a hacer yo sólo en una ciudad tan grande? ¿Qué... Notas. Ritmo. Melodía. Una canción se empezó a oír en el aire e impregnaba toda la casa. Sin saber por qué, los agujeros del techo y del suelo empezaron a desaparecer y se sustituían por lo que antiguamente había. Los cristales, misteriosamente, empezaban a recomponerse, y donde antes había añicos, surgían copas de cristal fino, y donde mi reflejo aparecía monstruosamente resquebrajado, se descubría mi cuerpo nítido y harapiento. Me giré para ver de una forma más cómoda la transformación de mi hogar. Aquella canción estaba haciendo lo imposible. Pero, ¿de dónde salía? La transformación de la casa había terminado, todo había vuelto a su sitio y nada podía hacer que mi alegría se disipase. Me asomé a la ventana para ver la ciudad, pero ya tenía una pequeña esperanza y como era de esperar, volvió a la normalidad: la gente paseaba tranquilamente, dirigiendo pequeños saludos cordiales en determinados momentos. Mi felicidad iba aumentando, pero mi amada seguía perdida, y nunca la recuperaré. Había fallecido años atrás en un accidente y desde entonces mi única esperanza de volver a verla era morirme yo también, pero todos mis intentos eran fallidos y mi dolor y desesperación aumentaban por segundos. Pero para mi sorpresa, en mi segunda inspección de la casa, cuando llegué a la última habitación y entré pude ver cómo un rayo de luz atravesaba la ventana y proyectaba en la cama una preciosa silueta. Un ángel se había posado entre mis sábanas y se hallaba dormida, pero tenía que despertarla, necesitaba robarle un beso. -Despierta amor mío. Le dije en un susurro. Y como si llevase toda la noche esperándolo, ella abrió los ojos con sumo cuidado, me miró a los ojos y me dijo: -Te quiero. Bienvenido a casa, cariño. Estaba en mi casa, desolado por lo inútil que podía llegar a ser. Un paciente mío había caído en coma y yo no podía hacer nada para aliviar su sufrimiento. Pero, por alguna razón, se me ocurrió regresar al hospital y tocarle algo con la guitarra. Así que cogí la guitarra, las llaves del coche y, una vez allí, me senté al lado suya y empecé a tocar. Sé que podía oírme, lo sentía. De pronto, en el monitor, las pulsaciones empezaron a bajar. 130, 120, 110, 100, 90... Seguí tocando, yo sólo quería aliviar su sufrimiento. 80, 70, 60... Lo sabía todo sobre el paciente, me había obsesionado en salvarle. 50, 40, 30... Pero ni siquiera pude salvarle a él. Su mujer, su amada, como le decía él, murió en mis manos en un accidente, y ni siquiera he sido capaz de compensarle. Le habría tocado el piano, pero sólo podrá conformase con esto... 20, 10, 0..............

27 de mayo de 2010

Locura.

Ayer el miedo corrió por mis venas, una sensación de pánico me abordó y mi cuerpo se heló durante un determinado tiempo. Estaba en el parque, leyendo Cinco horas con Mario, tranquilamente. No había nadie a mi alrededor, y aunque era de noche, estaba sentado debajo de una farola que me alumbraba muy bien. No estaba esperando a nadie ni a nada. Me gustaba leer en el parque y me gustaba leer de noche. Antes no me asustaba leer en ese parque de noche, pero desde entonces... Como iba diciendo, estaba yo leyendo en el banco bajo la luz cuando de repente oí un ruido y sin saber por qué mi corazón empezó a latir rápidamente. nunca me había pasado antes. Otro ruido, eran las hojas de los arbustos lo que sonaba, y cada vez más cerca de mí. No conseguía ver nada y el miedo empezó a apoderarse de mí, así que cerré el libro, me levanté y me fui con paso ligero; el problema era que me había adentrado mucho en el parque y ahora tendría que atravesarlo entero así que... ¡Una sombra! Miré de reojo mientras caminaba y vi una sombra que se movía rápido; mi corazón aceleró un poco más, al igual que mi pasos, y mi mente empezó a maquinar terribles pensamientos sobre el final de esa noche. Una piedrecilla me alcanzó la cabeza, me giré instantáneamente y con la cara sudada por el miedo y descompuesta por el susto; no vi a nadie pero yo sabía que me observaban, ¡lo sabía!, todo mi cuerpo estaba acelerado y mi respiración era agitada. Me giré rápido, otra sombra a mi espalda me acechaba pero no la pude ver; unas risas empezaron a sonar y de los arbustos me lanzaban piedrecillas al cuerpo; salí corriendo lo mas rápido que pude pero seguía oyendo las voces, se incrustaban en mi cerebro y mientras corría, las piedrecillas seguían alcanzándome; ¡mi vista empezaba a emborronarse, los músculos me dolían y lo que antes parecía un pequeño libro ahora pesaba como un yunque! Pero cuando estaba a punto de rendirme, a punto de dejar que me alcanzasen, de abandonarme a la locura, las piedras y las risas cesaron. Me paré en seco con la cara empapada y dejando ver mi miedo. Aterrorizado miré a mi alrededor y pensé que todo había terminado, pero de pronto las risas volvieron a alzarse y esta vez más fuerte todavía, ¡me estaba volviendo loco!, la cabeza empezó a dolerme y un punzante sonido penetraba en mis oído por mucho que yo los tuviese tapados; de tanto dolor caí al suelo de rodillas, no podía distinguir si eso era real o no y tan sólo quería que cesase. ¡Qué dolor!, ¡las risas no paran!, ¡y aumentan, y aumentan, y aumentan! ¡Callaos! Grité al cielo oscuro. Pero no me hacían caso. ¡Cerrar la boca!, ¡parar de reíros! Los sollozos callaron mis gritos y dieron paso a las súplicas. Por favor... no puedo más... Pero no paraban. Risas. Risas sarcásticas, malévolas y agudas, eran cristales clavándose en mis oídos y en mi cabeza. Hacía frío y tenía miedo y pánico y gimoteando, presa de la desesperación, me hice un ovillo en el suelo y dejé que las risas devoraran mis lágrimas. Esta mañana me desperté en una cama. Mi familia estaba a mi lado. -¿Qué pasó? Pregunté después de despejarme. -Tuviste un brote psicótico de locura muy fuerte...

13 de mayo de 2010

Tu monstruo interior

En los aullidos internos del corazón habitan los monstruos del dolor, esos monstruos que nos desgarran con pasión y nos deboran con devoción. Aquellos que esperan la ocasión para resquebrajar nuestra ilusión y que suframos de dolor.
Por la calle andamos y vemos a los monstruos como pareja del resto, cada uno con el suyo, cada uno con sus dolores. Nadie se atreve a tocarlos y cuando, por alguna casualidad, sucede, los monstruos hacen que nuestra cara se desfigure y nuestra boca emita sonidos desagradables.
Los monstruos disfrutan y lo aprueban con gratificación.
Llegas a casa con la cara aún desfigurada y tu monstruo sigue riéndose. Necesitas hablar con alguien, pero no con él, porque vive en tu corazón y con una mínima queja, empieza a desgarrarlo y entonces no te queda más que llorar de impotencia.
Y ahí estás tú, con tu monstruo felizmente sarcástico y un corazón latente sangrando lágrimas de dolor.

11 de mayo de 2010

No en el lugar indicado.

Oh, ¿qué ven mis ojos?, ¿qué oyen mis oídos? Tu diminuto cerebro disminuye por momentos y puedo ver y oír el proceso de ese gran y esperado milagro. Es ahora cuando de mi boca sale un "¡¡COBARDE!!". Y tú dirás: -¿Por qué? Y yo te responderé en tono sarcástico, narrándote los hechos hasta el presente y la situación en la que no encontramos. Y para terminar mi maravilloso sarcasmo y acompañar tu desfigurado rostro con mi perversa sonrisa, te repetiré: "¡¡COBARDE!!" Sé que puede sonar obsesión. Sé que te pude destruir por completo. Sé que te crees superior. Sé que es MENTIRA. Tu insulsa superioridad me trae sin cuidado y me refuerza por dentro. Ahora no eres tú quien tiene ganas de hablar, no eres tú quien tiene el control, no eres tú quien consigue dominar y sublevar. SOY YO. Y las palabras que emanen de mi boca se te quedarán grabadas en la mente por una simple razón, haré que se te incrusten en tu diminuto cerebro y que tus odiosos secuaces me miren con asco por un motivo de verdad. Te gritaré todo al oído, hasta que duela, hasta que sangren de dolor. No eres nada para mí y me da igual. Ya me da igual, mi desahogo está completo y la próxima vez que te vea te diré un rotundo NO. Ya no te hablaré con odio, porque ya no siento nada por ti; ya no te fulminaré con la mirada, porque los recuerdos desaparecen. Sé que no quiero olvidar los buenos momentos, pero es imposible, tu cara me repugna, en lo bueno y en lo malo. Y en lo bueno y en lo malo, en la enfermedad y en la salud, me despido de tu avaricia y dejo espacio en mi memoria para mi felicidad, que sin darme cuenta, la arrinconé en tu minúsculo cerebro y no conseguía recordar que estaba ahí. ¡¡Dios!! ¡Qué ganas de gritar de reír son mesura y de abrazar a todo el mundo! Todo se me agolpa en la garganta y me atosiga para que lo suelte. Es una sensación liberadora que arremete contra mi pecho y hace que aumenten mis ganas de hiperactividad y la risa se agolpa y agolpa. ¡POR FIN!

25 de abril de 2010

¿Qué me hizo pensar que podía conseguirla?

Su pelo sedoso, suave y brillante me deslumbró y sus ojos me hipnotizaron y transformaron hasta la persona que ahora soy. Una persona ilusa con los sueños rotos por verla con otro cogida de la mano. Lo descubrí el otro día, paseando y pensando en ella. Sus manos se aparecieron ante mis ojos cuando iba andando por la calle. Mi corazón empezó a palpitar agitadamente y mi respiración se aceleró. No podía pensar y mi vista, desgraciadamente, se nubló. ¿O no tan desgraciadamente? Porque al segundo me di cuenta: Iba acompañada de otra mano, otra mano que, obviamente, no era la mía. Las emociones se rebobinaron: Mi corazón dejó de latir y mi vista se aclaró, como si quisiera que viese bien lo que tenía ante mí, como si quisiese que sufriese un shock irreparable. En ese momento pensé: ¿qué me hizo pensar que podía conseguirla? Era imposible que con mis ilusiones de niño chico y mi esperanza puesta en sus manos pudiese conseguir algo. Todo el mundo me lo dijo, pero igualmente no escuché, porque en mi cabeza sólo oía el melódico perdón que me dijo cuando un día bajando las escaleras del instituto me choque contra ella. Ahora lo pienso y en realidad fue un acto estúpido. Y aquí estoy yo, parado en miad de la calle sin saber qué hacer ni pensar. Todo yo soy un torbellino de emociones, como si la tormenta y el huracán ya hubiesen pasado y ahora no quedase nada más que una brisilla en comparación; y desgraciadamente los torbellinos no son mi fuerte.

7 de abril de 2010

Cicatrices

Tras largos surcos en mi piel, el dolor desaparece y se transforma en placer, ya no me duelen las heridas y pero sí las cicatrices. Ese recuerdo constante del dolor que sentí, ahora tan ambiguo por no saber si es dolor o tristeza. El recuerdo viene a mi mente y no me gusta su presencia, ni si quiera saber que puede reaparecer. Intento eliminar esa sensación y decirme a mí misma que no tengo motivos, pero es inevitable, y se hace insoportable incluso oírlo. Me parece ajena su presencia. Oigo hablar de ello y no encuentro sentido a las palabras de los demás y una pregunta me sobreviene a la cabeza, pero nunca la digo, nunca la pregunto, y nunca me la respondo. Son las cicatrices que conlleva pero su carga todavía es demasiado pesada para mí, y aunque en ocasiones me gustaría que volviese y romper con todo de una vez, mi otra mitad me dice que sería una tortura, que tengo que dejar que las cicatrices desaparezcan lentamente y que se vaya la obsesión de mi cabeza. Te vas, y me dejas, con mis sentimientos, colgada, con las cosas en la boca, con la mente bloqueada. Y cuando te devuelvo tus cosas, reclamas. No me hablas, no me miras, me ignoras pero lo que hago no te pasa desapercibido y lo rimero que s te ocurre hacer es decirme cobarde. Obviamente la claridad no es lo tuyo y tus palabras enmascaran lo que de verdad quieres decir: COBARDE. Las cicatrices se vuelven a abrir. Qué dolorosas pueden ser unas palabras.Que penosidad sentirme así. "Ven a devolvérmelo tú" ¿Cómo? Si dejamos de hablarnos. "No me mandes a otro para que lo haga" ¿Qué quieres, ver cómo te miran mis ojos? Mi indiferencia es abismal ante los que no tengo aprecio y por algún motivo consigues que vaya en aumento. No me hables, no me mires, no me importa... porque ya lo haré yo cada vez que te cea; te clavaré la mirada para que sepas lo que me has hecho. Las murallas se han cerrado. Bien por ti si es eso lo que querías, pero has fallado: se han cerrado, sí, pero sólo para ti. Y cuando te clave la mirada sé que apartarás la tuya, porque aquí lo único cobarde eres tú. COBARDE. Ni un ápice de emoción recorre mi cuero, ya me he enfriado. Vuelvo a ser fría como el hielo. COBARDE. Lo que hace una llamada.

20 de marzo de 2010

Fantasía ~

Un suspiro se edita en mi cabeza, las notas vuelan y vuelan en círculos en mi mente provocando una sensación de desasosiego y mis manos se mueven sin tener que pensar yo en ellas. ¿Sobre qué escribir? Qué más da, simplemente me apetece.
Escribiendo en mi sofá con la manta por encima de las piernas y que me cubre has la cintura, la música sustituye el mundano ruido de la tele que quedó muda ante tanta expectación, me concentro en dejar la vista borrosa y fija ante el teclado para que se escriba lo que se tenga que escribir. Inconscientemente, abrí la puerta que dejó entrar el color en la habitación, y todo a mi alrededor se volvió oscuro. Levanté la cabeza para ver que pasaba a mi alrededor y atónita me encontré descifrando la silueta borrosa de un ser al fondo de la habitación apoyado contra el marco de la puerta. Ni un solo ápice de luz se mostraba ante mis ojos e irónicamente podía ver todo lo que había a mi alrededor, ni si quiera se podía ver el reflejo atenuado de las farolas de la calle.
Una eternidad pasó hasta que dejamos de mirarnos y él o ella se movió, la figura no se distinguía pero se movía con una elegancia suprema y una sensación empezó a invadirme. Irónicamente, cuanto más se acercaba más oscuridad había pero más podía visualizar su contorno, fino, sensual y... femenino.
-¿Quién eres?
Ni siquiera pensé en soltar esas palabras por la boca, simplemente salieron, pero fue inútil porque la respuesta no satisfizo mis dudas. Cursiva La silueta sensual y femenina seguía avanzando en mi dirección, cada vez se contorneaba más y más sensual me parecía. Unas ganas irrefrenables me entraron de arrancarle la ropa y tirármela en el sofá, encima de la manta y tirando el portátil al suelo... ¿pero qué pienso? Volviendo a la realidad me doy cuenta de que la silueta está frente a mí, hermosa, muy sexy. Lleva puestos los restos de una fiesta ajetreada y arreglada; un corpiño y una delicada seda le cubre lo más esencial. Descalza se coloca encima de mis piernas. Unas ganas horribles de quitarle lo poco que le queda y hacerle... ¿Pero qué digo? Ella se acerca, poco a poco, se apolla en el respaldo del sofá, impidiéndome la salida, en una postura inocente, cierra los ojos y se acerca, se acerca... se acerca... un irremediable deseo crece en mi interior cuando sus carnosos y dulces labios rozan los míos, cierro los ojos para disfrutar el beso, pero el deseo sigue creciendo y no puedo más. La empujo y me coloco encima de ella. Por fin podré quitarle lo poco que lleva y... Mis ojos se abren derrepente, sudorosa me encuentro de nuevo en el sofá, sola, y con mi portátil encima de las piernas...

26 de febrero de 2010

¿Seguro?

Bien... mi aliento se atraganta en mi esófago, mis lágrimas se atascan en mis pestañas y el melancólico ritmo de la música me hace perder la conciencia... Alguien me llama desde las profundidades y me pide que no caiga esa noche, que respire el aire que tengo a mi alrededor. -¿Por qué? -Porque ya queda menos, porque el tiempo se agota, y pronto estaré ahí. -No puedo... -Aguanta... por favor... La desesperada petición no sirve de nada y yo sigo cayendo en mi inconsciencia. La música cambia de ritmo, la canción terminó, pero eso no me impide nada. -Por favor... no te vayas, no me dejes sólo en este mundo gris, no sin ti, no sin tus pequeñas imperfecciones... -No soy yo la que se va, eres tú. -No. -Sí. -No. Yo no caigo en la inconsciencia, en el olvido, ni quiero caer si no es contigo. -Pues vente. ... -Vente. -No, vente tú. ¿Por qué quieres caer?, levántate conmigo y escapa de ese indebido sufrimiento. -No puedo, me absorbe... y me absorbe... cual esponja con el agua. -Pues estruja la esponja y haz que el agua caiga y desaparezca, hazlo, por favor... -¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? -Sí. -No puedo... -¿Por qué? -Está bien, lo intentaré, pero costará. -¿Por qué? -... Yo soy el agua... Silencio, ya no existe ni un ápice de sensaciones en aquél recóndito lugar, ya no se puede sentir la presencia de un alma, ya ni siquiera se puede respirar el dulce aroma de un cuello con el pelo apartado a un lado, o el dulce aroma de su piel contra la blanca sábana de mi cama. Ya no está, y yo he hecho que se vaya... ¿por qué? Hecho de menos su calor, su risa entre sus dientes, sus leves susurros de melancolía... Ya no existen ni si quiera gritos ahogados de dolor en una boca cerrada por el amor, ni siquiera el odio hacia lo ambiguo, ni siquiera... da igual ya no existe... Ahora espero a que aparezca otra voz en mi cabeza que pueda sustituir a aquella que tanto placer me produjo pero que yo eché de mi vida con un leve soplido. Ahora quiero que esa nueva voz haga que todo desaparezca de la oscuridad y me quede sólo con ella, porque soy como una telaraña, porque no quiero que escapen hasta que yo las devore.

23 de febrero de 2010

Mary

Marrones ojos que lucen una sonrisa al despertar; risas y gritos de alegría que levantan el ánimo hasta un muerto de cien años. Pero no todo es tan feliz en el mundo de yupi. Los colores desaparecen cuando la vista se nubla y sólo en un acto desesperado de pura lucidez, el cerebro actúa. Dos corazones rotos donde sólo uno vigila al otro, desde una esquina, escondido e intentando hacer que no se de cuenta. Tanta desconfianza... ¿Tan mala soy? Sólo el tiempo pudo responder a esa pregunta y demostrar lo que en realidad se esconde tras la niebla. Traición, miedo, desconfianza, celos, amor, posesión... Ahora no me creo tus mentiras, no me creo tus palabras llenas de celos y opresión, mi corazón dolorido está libre y quiere quemar tus lazos negros... pero te sigo queriendo; aunque él no quiera tus lazos, yo quiero tu boca; aunque a él no le gusten tus celos, a mí me encantan tus abrazos. Yo no quería eso, pero mis manos estaban moradas, la sangre no circulaba por ellas gracias a tus lazos, que al arrancarlos me dejaron marcados los roces de tu desesperación. Pero no es lo único que siento en mi cabeza, la rabia se apodera de mi cuando me acuerdo de ello, ahora los lazos están rodeados de espinas y amenazan con volver a apresarme, no porque haya una mínima posibilidad de volver a atarme a ti, sino porque su crueldad sigue escociendo mis heridas. Las espinas que los rodean están llenas de veneno que usurpan el sitio de mi sangre y desfila por mi no inmortal cuerpo, marchitándolo como una rosa sin sus raíces. Un golpe derriba mis pétalos y los congela en la oscuridad, caen en un pozo de amargura donde el final es inalcanzable, los chillidos me ensordecen y no puedo más. Respondo, otro pétalo más al fondo. Problemas, problemas... problemas que me desmiembran y alargan los lazos hasta mi cuello... Ahora las espinas se clavan en mis entrañas y la solución para arrancarlas es esconder, tras una sonrisa, el amargo tormento de mi tormenta.

17 de febrero de 2010

Cuando las personas se vuelven idiotas.

Ignorancia completa y burlesca ironía, las palabras salen de tu boca y mi ira se incrementa, sólo insultos e injurias me envuelven en el silencio y sólo ganas me entran de lazar la voz y hacer que te llueva encima, pero mi poca cobardía hace que mis labios se sellen... Millones de personas recorren el mundo, habitan en él, se mudan, se distancian, se instalan, se callan, gritan, hablan de más... y desgraciadamente siempre soy yo la que encuentra y se asienta durante un tiempo indefinido con la persona menos conveniente. al principio bien, no pasa nada, luego un comentario inapropiado desencaja mi mandíbula y encoge mi estómago. Pasividad. Otro comentario igual, comentarios y comentarios y más comentarios, mi ira incrementa y no soy capaz ya de sentir ninguna simpatía hacia él. Ahora cada vez que abre la boca o se dedica a observarme, no puedo evitar la sensación de asco que recorre mi cuerpo, simplemente eres idiota, pero me callo y aguanto las ganas de soltarte la verdad. Porque bailar tango así, no es bailar... es hacer una mierda...

9 de febrero de 2010

Vueltas, vueltas y más vueltas, la vista no se nubla pero se desenfoca y se descuadra, y aparece una sensación apabullante donde se te contagia una risa absurda y se multiplica por cuatro cuando lo haces con más gente.
Tu cerebro parece que va a salir por las orejas y los ojos de sus órbitas, pero te da igual, sólo quieres repetirlo y repetirlo y repetirlo hasta que de verdad ocurra.
Rueda, rueda y rueda más, la diversión crece cuanto más espacio recorres, cuanta más césped se te pega al cuerpo, cuanto más verde quedas; y da igual si te tiras solo, quien te observa también se contagia de la locura y de su boca se escapa un pequeño ruido indescriptible que levanta el ánimo a la piedra que se encuentra al otro lado de la colina.
Vueltas, vueltas, vueltas...
Roll and roll and roll every day, and don't forget to scream and laugh.

7 de febrero de 2010

No me siento. Estoy cambiando, mis costumbres, mis normas... una lucha interna se crea dentro de mí, una parte dice: es normal, todo el mundo cambia y se fusiona con el resto de los gustos, de la gente, de los pensamientos. Y, mientras, mi otra mitad se resigna a aceptarlo a coger ese lápiz de ojos y repasarse la línea, a "arreglarse" para ir al insituto, o incluso se niega a reconocer normalidad que hay dentro de mi. Supongo que siempre residirá esa rareza por la que de verdad me caracterizo. Promesas a mí misma rotas, cosas que nunca se me habrían ocurrido hacer, o cosas que pensé que podría decir y llegado el momento ni una sola letra sale de mi boca. Últimamente estoy feliz, me digo, ¿por qué no? total, me arregle o no nadie se fija en mí, sigo siendo la rara a la que sólo hablan cuando no tienen más remedio, cuando sienten compasión o cuando ven que puedo aportar algo que les sea de utilidad, obviamente están los amigos a los que les da igual, los que no buscan un por qué para hablar conmigo, pero igualmente no me siento, pienso en frío y no sé por qué hago lo que hago, quiero evadirme pero no quiero perder ni un sólo segundo. No me siento. Las horas pasan y me desespero por dentro cuando pienso en la rutina que me espera al día siguiente, a la semana, al mes, al año... esperando poder ser de verdad la dueña de mi vida sin que nada ni nadie influya en mis decisiones. ¿Extrangero? ¿Por qué no? ¿Otra ciudad? Bueno. No siento lo que podría pasar si no cambiase, sé que me sentiría sola, pero no sé por qué, no sentiría ni siquiera la risa de un casual rato de york por msn o con mi misma mejor amiga al lado, pero ser como los demás... tan sólo la mísera idea de pensarlo hace que se torne mi cara en una mueca de asco, no quiero ser como los demás, quiero gritar en la calle y que me miren, quiero que ni siquiera me haga falta gritar, que directamente me miren por lo feliz y rara que soy. No me siento... y no sé por qué.

4 de febrero de 2010

Y rebosó.

Esa sensación asquerosa, agobiante, axfisiante, deprimente. Estás con la cara sobre las manos formando un pozo con tus saladas lágrimas. Palabras punzantes que intentan consolar y un límite que está a punto de explotar. Una palmada más... y el pozo rebosó. Las ganas de levantarme se incrementan y el solo tacto de mi mano contra su cara, y el sonido explosivo en mis oídos, harían de mi la persona más feliz del mundo, pero sólo puedo esperar a que mi tristeza se convierta en ira, la ira que residirá siempre hasta el próximo examen. Número, números y más números te recuerdan tu desdicha, y allá por donde miras sólo ves eso... ¿Cuándo dejaré de verlo?, ya no tiene sentido que lo recuerde, no puedo hacer nada. Pero el remordimiento sigue saliendo a la luz y no se irá aunque el pozo haya rebosado, hasta que aquello por lo que lloraste haya cambiado.

Provisional

Bueno, aquí queda la plantilla esta mientras intento que la próxima vez que me acuerde de tener que arreglar la otra sea en fin de semana, que sino lo llevo claro ¬¬ Espero que ya puedas firmar Ranky xDDD

25 de enero de 2010

Uno, sólo uno.

Músculos tensos, extasiados, tanto, que no consiguen relajarse. La adrenalina recorre su cuerpo, sus pupilas se dilatan y una gota de sudor recorre su frente iluminada por un millón de focos y flashes. Es la segunda parte y una sonrisa se dibuja en su rostro, con una mano apoyada en la guitarra y otra en el micro da paso, con una mirada al batería, a la siguiente canción. Empieza a sonar el bajo, la guitarra, las cuerdas del segundo vocalista se mueven correlativamente y la gente chilla, chilla, chilla... enloquece, desespera por tocar, por un beso arrancado de sus labios, por una simple amistad, por una pasajera moda...
For a minute, she's stuck spinning in it...
El principal cantante empieza a saltar, a gritar con el torso desnudo y húmedo, sus saltos llaman la atención de algunos mientras que otros se fijan en cómo el segundo vocalista se va moviendo por el escenario al ritmo de la música.
Palabras desenfrenadas, escupidas, agresivas, emotivas.
La gente sigue gritando y le añade unas palmas y unos saltos al compás de la música mientras ayudan a hacer los coros...
Uno, sólo uno, en barcelona, ¿verdad que sí, cacho?

14 de enero de 2010

Una casual liberación

Mi mirada fija en el otro lado, una barrera invisible que me separaba de mi destino, un destino totalmente opuesto a todo mi ser. Seguí avanzando, avanzando, avanzando… mi brazo empezó a subir lentamente en dirección hacia la barrera, hacia ese cristal irrompible con la mitad de un árbol deshojado en mi lado y la otra mitad, reanimado junto a mi destino infinitamente lejano. La entrada del otoño empezaba a insinuarse en las hojas de su mitad, en la mía, el cambio de estación no era más que una simple tierra polvorienta y un cielo despojado del brillo del sol y de la frescura del viento. Mi palma se posa sobre el frío material de la barrera, ni una sola corriente de esperanza se transmite a mi piel oscura y lisa. Petrificado, me ausenté en esa postura hasta, que por alguna agradable y esperanzadora razón, de entre la niebla de mi mente, otra figura avanzaba hacia el perfecto cristal. Me cuesta separar mi mirada de ella, su perfección me atrapa, mientras sus caderas hacen que mi cordura desaparezca y se vuelva invisible como la barrera. Un paso, otro, otro… no llegaba a entender por qué la perfección de un ser tan perfecto quería ensuciarse con las viles miradas, deseosas de su cuerpo, de mis ojos. La perfección de sus curvas, su piel lisa, tersa y aparentemente suave… un escalofrío recorrió y agitó mis alas, despertándome de mi ensimismamiento. La claridad de su mundo me embargaba tal sensación de añoranza que deseé poder arrebatársela con un simple agarrón, pero la barrera se encontraba en medio un simple golpe con el puño ocasionaría un desgarre de los nudillos de este y que el precioso y perfecto ángel se alejase hasta el próximo milenio en el que sintiese una profunda curiosidad por observarme. Siempre igual. Cada cierto tiempo aquél ángel maravilloso se acercaba magnificado hacia la barrera y me observaba desde detrás del árbol, luego yo hacía una estupidez, un acto brusco, y su perfecta presencia se evaporaba tan rápido como la vida en cualquier parte de mi mundo. Pero no lo podía, ni todavía puedo, evitar. Una rabia profunda e incontrolable se apoderaba de mi ser y mis músculos se ponían en tensión al verla, las ganas de matar y de causar dolor corrían por mis venas sustituyendo la sangre que no llevaba dentro de ellas, y todo lo que a mi alrededor yacía muerto se unía a mis ansias de matar. En ese momento ella se iba y toda la rabia que sentía desaparecía y se transformaba en dolor. No podía verla, pero tampoco podía vivir sin admirarla, sin desearla. Ya no avanzaba, estaba de pie delante de mi, observando mi horror y mi fealdad, la vergüenza se apoderó de mí y mi mirada se posó en sus pies… unos pies delicados que andaban sobre la fresca y reluciente hierva de su mitad. De pronto un movimiento llamó mi atención, un movimiento inusual, algo que iba contra las normas, algo ni siquiera el más valiente podría atreverse a hacer. Seguí con mi mirada su delicada mano, contraria a la mía que estaba apoyada sobre la barrera, que se iba levantando lentamente y acercándose al cristal. Antes de que siquiera lo rozase, nuestras miradas se unieron en una inseparable relación donde un monstruoso ser como yo se unía a una perfección como ella. su mano seguía avanzando, pero el tiempo pasaba tan despacio que pasó una eternidad antes de pudiese tocar la barrera y que sus dedos y los míos pudiesen imaginarse la satisfacción del roce. La eternidad terminó y su mano se apoyó sobre la mía, sintiendo también un ligero y suave tacto, pero que obvia y desgraciadamente no era el mío. Seguimos mirándonos observándonos, y por una casual liberación… la barrera se rompió…

12 de enero de 2010

¿De verdad cuesta tanto hacer feliz a una persona?

Las mariposas que se sienten en el estómago cuando hablas con él no se pueden ver, no las pueden ver, pero revolotean dentro de ti, eso lo sabemos. ¿Pero por qué les costará tanto a ellos? Miles de quilómetros asoman por las rejas de tu ventana cada vez que miras, y el amanecer que divisas no parece el mismo que el suyo; las nubes que observas con un posible derramamiento no parecen las mismas que las tuyas. Tanto tiempo para llegar a por él y tan poco para disfrutarlo, el tiempo empieza a acelerar tanto que la velocidad de la luz es insignificante. Te puedes reír de ella... de ellos, pero no puedes, no hasta los dieciocho. Peleas, más peleas, ¿se lo debería haber dicho? La presión de los chillidos, que no son más que voces normales que se elevan en tu cabeza, hacen que todo tu cuerpo tiemble, que todo tu ser se irrite e irradie aquello que nunca llegaste a pensar. Silencio. Ellos no reciben ni un atisbo de tu infelicidad, y el silencio que generas lo interpretan como sumisión y aceptación. Quieta, no, aquí no... Te dices a ti misma. No te permites soltar un poco de infelicidad. Te das la vuelta, callada. Ya empiezan a derramarse. Entras en tu cuarto, cierras la puerta, y como siempre: La indecisión: la cama, donde las lágrimas son absorbidas por la almohada y cada noche siento la humedad de la desolación; o el ordenador, donde alguien quizás escuche lo que tengo que soltar y donde las palabras se pierden tras un simple gesto... Destino elegido, sólo ida por favor... El mundo no perdona lo que el corazón quiere, tan solo lo encierra mientras el subconsciente piensa cómo rebelarse.

7 de enero de 2010

MUY idiota

Soy idiota, muy idiota. Cuando los días pasan y empiezas a darle vueltas; cuando hablas con los demás y nadie te dice lo que quieres oír; cuando no hacen más que repetir. ¿Por qué no escuchas? ¿Por qué no haces caso de lo que no quieres oír y dejas que todo salga sobre la marcha? Soy idiota, muy idiota. Las nubes vuelan veloces por el cielo mientras yo me quedo cavilando en mi pequeño mundo. Sólo una llamada ha sido sufieciente para darme cuenta. Soy idiota, muy idiota. Siempre pensando que sería igual; siempre pensando en lo que no hay que pensar y dejar de pensar en lo que sí hay que reflexionar. Soy idiota, muy idiota. Pero qué se le va a hacer. Los idiotas hacen lo contrario y no escuchan a los demás. Los idiotas no distinguen ni saben apreciar. Los idiotas son tan anormales que ni si quiera una llamada los puede hacer callar. Soy idiota, muy idiota. Espero no serlo más... ríete, yo hago lo mismo...