3 de febrero de 2014

Desvaríos de clase

Qué horror de exposiciones, con lo tranquila que podría estar yo en casa estudiando el examen de mañana, aquí deberían ir unos puntos suspensivos, y aquí otros, maldito monólogo interior, qué raro se me hace escribir sin puntuaciones eeeeeeh, qué pesado con la muletilla, sino la dice en cada frase revienta, qué hambre parece que llevo casi un mes con un agujero negro en el estómago, física, qué ganas de volver a dar ciencias, no entiendo por qué es tan raro que me gustan, cómo se llamaba este chico era un nombre gracioso, gracioso va a ser el examen de mañana, qué gracia el acento de esta chica, como Bonifacio ese nombre sí que es ridículo, Bonifacio, no me cansaría de repetirlo todo el día, siempre me imagino a un hombre gordo bajito del monte gritando ¡yehe! a las cabras, Bonifacio, y ahora la canción de Hércules en la cabeza, maldita Eny, no sé para qué le dejo que me la escriba, y aun así no me sé la letra qué coñazo de exposición, ya le podrían poner un poco más de ganas, qué aburrimiento y qué hambre, ¡quiero mi lasaña! y ¡mis signos de puntuación!

Infortunio

Oh, cariño, no te vas a creer lo que me ha pasado hoy:
Sé que sólo llevaba con ella un año y medio, pero la quería como si hubiese estado conmigo toda una visa. Pasó en un abrir y cerrar de ojos: Iba corriendo con ella, llegábamos tarde, como siempre; oí un sonido sordo pero estaba preocupada en cruzar al otro lado. Se cayó. Cayó por mi culpa, no la llevaba bien agarrada. Sí, cariño, fue fallo mio, no intentes consolarme. Justo cuando me di la vuelta para mirarla un coche pasó por encima suya y ¡la destrozó por completo! ¡Como si fuese una hormiga! Los coches siguieron atravesando la carretera, machacándola y convirtiéndola en añicos, se ensañaron con ella sin siquiera darse cuenta de que estaba ahí... ¡Murió! Y todo por mi culpa... ¡Mi cámara, mi pobre cámara!