25 de enero de 2010

Uno, sólo uno.

Músculos tensos, extasiados, tanto, que no consiguen relajarse. La adrenalina recorre su cuerpo, sus pupilas se dilatan y una gota de sudor recorre su frente iluminada por un millón de focos y flashes. Es la segunda parte y una sonrisa se dibuja en su rostro, con una mano apoyada en la guitarra y otra en el micro da paso, con una mirada al batería, a la siguiente canción. Empieza a sonar el bajo, la guitarra, las cuerdas del segundo vocalista se mueven correlativamente y la gente chilla, chilla, chilla... enloquece, desespera por tocar, por un beso arrancado de sus labios, por una simple amistad, por una pasajera moda...
For a minute, she's stuck spinning in it...
El principal cantante empieza a saltar, a gritar con el torso desnudo y húmedo, sus saltos llaman la atención de algunos mientras que otros se fijan en cómo el segundo vocalista se va moviendo por el escenario al ritmo de la música.
Palabras desenfrenadas, escupidas, agresivas, emotivas.
La gente sigue gritando y le añade unas palmas y unos saltos al compás de la música mientras ayudan a hacer los coros...
Uno, sólo uno, en barcelona, ¿verdad que sí, cacho?

14 de enero de 2010

Una casual liberación

Mi mirada fija en el otro lado, una barrera invisible que me separaba de mi destino, un destino totalmente opuesto a todo mi ser. Seguí avanzando, avanzando, avanzando… mi brazo empezó a subir lentamente en dirección hacia la barrera, hacia ese cristal irrompible con la mitad de un árbol deshojado en mi lado y la otra mitad, reanimado junto a mi destino infinitamente lejano. La entrada del otoño empezaba a insinuarse en las hojas de su mitad, en la mía, el cambio de estación no era más que una simple tierra polvorienta y un cielo despojado del brillo del sol y de la frescura del viento. Mi palma se posa sobre el frío material de la barrera, ni una sola corriente de esperanza se transmite a mi piel oscura y lisa. Petrificado, me ausenté en esa postura hasta, que por alguna agradable y esperanzadora razón, de entre la niebla de mi mente, otra figura avanzaba hacia el perfecto cristal. Me cuesta separar mi mirada de ella, su perfección me atrapa, mientras sus caderas hacen que mi cordura desaparezca y se vuelva invisible como la barrera. Un paso, otro, otro… no llegaba a entender por qué la perfección de un ser tan perfecto quería ensuciarse con las viles miradas, deseosas de su cuerpo, de mis ojos. La perfección de sus curvas, su piel lisa, tersa y aparentemente suave… un escalofrío recorrió y agitó mis alas, despertándome de mi ensimismamiento. La claridad de su mundo me embargaba tal sensación de añoranza que deseé poder arrebatársela con un simple agarrón, pero la barrera se encontraba en medio un simple golpe con el puño ocasionaría un desgarre de los nudillos de este y que el precioso y perfecto ángel se alejase hasta el próximo milenio en el que sintiese una profunda curiosidad por observarme. Siempre igual. Cada cierto tiempo aquél ángel maravilloso se acercaba magnificado hacia la barrera y me observaba desde detrás del árbol, luego yo hacía una estupidez, un acto brusco, y su perfecta presencia se evaporaba tan rápido como la vida en cualquier parte de mi mundo. Pero no lo podía, ni todavía puedo, evitar. Una rabia profunda e incontrolable se apoderaba de mi ser y mis músculos se ponían en tensión al verla, las ganas de matar y de causar dolor corrían por mis venas sustituyendo la sangre que no llevaba dentro de ellas, y todo lo que a mi alrededor yacía muerto se unía a mis ansias de matar. En ese momento ella se iba y toda la rabia que sentía desaparecía y se transformaba en dolor. No podía verla, pero tampoco podía vivir sin admirarla, sin desearla. Ya no avanzaba, estaba de pie delante de mi, observando mi horror y mi fealdad, la vergüenza se apoderó de mí y mi mirada se posó en sus pies… unos pies delicados que andaban sobre la fresca y reluciente hierva de su mitad. De pronto un movimiento llamó mi atención, un movimiento inusual, algo que iba contra las normas, algo ni siquiera el más valiente podría atreverse a hacer. Seguí con mi mirada su delicada mano, contraria a la mía que estaba apoyada sobre la barrera, que se iba levantando lentamente y acercándose al cristal. Antes de que siquiera lo rozase, nuestras miradas se unieron en una inseparable relación donde un monstruoso ser como yo se unía a una perfección como ella. su mano seguía avanzando, pero el tiempo pasaba tan despacio que pasó una eternidad antes de pudiese tocar la barrera y que sus dedos y los míos pudiesen imaginarse la satisfacción del roce. La eternidad terminó y su mano se apoyó sobre la mía, sintiendo también un ligero y suave tacto, pero que obvia y desgraciadamente no era el mío. Seguimos mirándonos observándonos, y por una casual liberación… la barrera se rompió…

12 de enero de 2010

¿De verdad cuesta tanto hacer feliz a una persona?

Las mariposas que se sienten en el estómago cuando hablas con él no se pueden ver, no las pueden ver, pero revolotean dentro de ti, eso lo sabemos. ¿Pero por qué les costará tanto a ellos? Miles de quilómetros asoman por las rejas de tu ventana cada vez que miras, y el amanecer que divisas no parece el mismo que el suyo; las nubes que observas con un posible derramamiento no parecen las mismas que las tuyas. Tanto tiempo para llegar a por él y tan poco para disfrutarlo, el tiempo empieza a acelerar tanto que la velocidad de la luz es insignificante. Te puedes reír de ella... de ellos, pero no puedes, no hasta los dieciocho. Peleas, más peleas, ¿se lo debería haber dicho? La presión de los chillidos, que no son más que voces normales que se elevan en tu cabeza, hacen que todo tu cuerpo tiemble, que todo tu ser se irrite e irradie aquello que nunca llegaste a pensar. Silencio. Ellos no reciben ni un atisbo de tu infelicidad, y el silencio que generas lo interpretan como sumisión y aceptación. Quieta, no, aquí no... Te dices a ti misma. No te permites soltar un poco de infelicidad. Te das la vuelta, callada. Ya empiezan a derramarse. Entras en tu cuarto, cierras la puerta, y como siempre: La indecisión: la cama, donde las lágrimas son absorbidas por la almohada y cada noche siento la humedad de la desolación; o el ordenador, donde alguien quizás escuche lo que tengo que soltar y donde las palabras se pierden tras un simple gesto... Destino elegido, sólo ida por favor... El mundo no perdona lo que el corazón quiere, tan solo lo encierra mientras el subconsciente piensa cómo rebelarse.

7 de enero de 2010

MUY idiota

Soy idiota, muy idiota. Cuando los días pasan y empiezas a darle vueltas; cuando hablas con los demás y nadie te dice lo que quieres oír; cuando no hacen más que repetir. ¿Por qué no escuchas? ¿Por qué no haces caso de lo que no quieres oír y dejas que todo salga sobre la marcha? Soy idiota, muy idiota. Las nubes vuelan veloces por el cielo mientras yo me quedo cavilando en mi pequeño mundo. Sólo una llamada ha sido sufieciente para darme cuenta. Soy idiota, muy idiota. Siempre pensando que sería igual; siempre pensando en lo que no hay que pensar y dejar de pensar en lo que sí hay que reflexionar. Soy idiota, muy idiota. Pero qué se le va a hacer. Los idiotas hacen lo contrario y no escuchan a los demás. Los idiotas no distinguen ni saben apreciar. Los idiotas son tan anormales que ni si quiera una llamada los puede hacer callar. Soy idiota, muy idiota. Espero no serlo más... ríete, yo hago lo mismo...