1 de abril de 2012

Aun sin haberlo encontrado todavía

¿Qué pasa si ya no puedo más?
La pregunta le vino de golpe a Annie, como una revelación. Se dio cuenta, de repente, de lo que pasaba en realidad; de lo que le pasaba en realidad: todavía tenía ganas de vivir mil y una aventuras.
Porque ¿qué pasa cuando no se pueden tener más aventuras porque has encontrado al amor de tu vida, porque lo has encontrado?
Ya lo ha visto en muchas personas, y ella no quiere ser así, no quería ser así. Por eso nunca se ataba. Y ahora, que está sola en su habitación, lo comprende; comprende que siempre ha tenido esas ganas de experimentar, de tener descaro, desparpajo, la posibilidad de poder cambiar de personalidad, de ropa, de estilo, cuando quisiese, de irse sin ninguna repercusión... no quiere oír un has cambiado o un ya no eres la misma; no quiere tener que despedirse de nadie, de llorar por nadie. Cosas que ya ha hecho y no quiere volver a vividlas. 
Annie piensa en su amiga Juliet, ¿cómo lo hará ella? A Annie le da miedo que si encontrase al amor de su vida y ella se diese cuenta, ya no pudiese irse de ese pueblucho en el que está, de no probar cosas nuevas. Lo peor de todo sería despedirse. ¿Cómo te despides del definitivo? ¿Qué le dices?: ¿me esperarás?, ¿relación a distancia?, ¿seguiremos en contacto? ¿simplemente adiós? 
A mucha gente puede parecerle una tontería; de hecho, Annie sabe que a Jul eso le parece una tontería. Pero eso es porque Annie sabe que a Jul le da igual quedarse donde lleva viviendo toda su vida, que le da igual no probar cosas nuevas, porque le da igual... todo. A Jul no le importaría hacer todas esas cosas en compañía de una sola persona, mientras sea capaz de irse de casa de sus padres. Con eso ella es feliz. 
Annie no. Lo sabía. Lo sabía desde hoy. 
Annie tenía miedo de dejar escapar lo que mucha gente busca a lo largo de su vida. 

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