20 de abril de 2012

Y un beso de consuelo

 Bárbara esperaba con ansia que llegue el momento de encontrarse con él de nuevo, de que vea cómo es ahora que no está con él. Sin embargo nunca pasaba. Y sabía que nunca pasaría si seguía pensando en ello. Puede parecer tonto, pero Bárbara tenía la teoría de que cuanto más deseabas una cosa, cuánto más pensabas en conseguirlo, más tardabas en alcanzarlo. Y cada vez que Bárbara se descubría así misma pensando en ello, intentaba borrar esa idea de su cabeza, y acaba sentenciando que por culpa de ello, nunca pasaría. Y a pesar de que Bárbara odiaba que le pasase eso, asumió que no podía evitarlo. 
Tras una semana dándose cuenta de sus descuidos, casualmente siempre que volvía por el mismo camino, Bárbara, soñó con él. ¿Qué significaba aquello? ¿Por qué ahora? Bárbara no podía parar de pensar en aquella mano, en esa mirada, en ese sentimiento que le recorrió todo el cuerpo cuando vio sus ojos. Fue un sueño tan real...  Y ahora Bárbara quería más, quería otro sueño así, quería descubrir por qué ahora su mente le jugaba esa... ¿mala? pasada. 
Después, otro sueño, distinto, muy distinto, pero las mismas sensaciones, muy real. Bárbara roba un beso, pero está enfadada, resentida. Pero sigue queriendo más. Bárbara quiere más.
Bárbara se ha obsesionado, y no sabe cuándo parará. 

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