11 de abril de 2011

Siempre es más fácil dejar que te sangre la nariz.

[...]
-¿Alguna vez te has perdido en un mundo de cristal?
-Sí.
-¿Cuando?
-De pequeña, en un laberinto de espejos. Eso sí, aprendí la lección de ir con las manos levantadas, porque me estampé contra mi reflejo y me di en toda la nariz y empecé a sangrar en mitad del laberinto.
-Tonta, ¿no viste que era tu reflejo?
-Ya, pero es que yo vi el reflejo de la salida, y feliz porque había encontrado la salida quité las manos, empecé a andar rápido y me pegué la ostia del siglo. Sin rodeos, todo hay que decirlo: fui estúpida. No supe distinguirme ni a mí misma en medio de la multitud, no supe distinguir si quiera que me estaba engañando, no supe... Da igual, el caso es que un hilo, no precisamente fino, de sangre corría hacia mi boca sin remordimientos. La sangre empezó a acumularse en mis labios y no tuve más remedio que retirarla con la lengua. Mientras, mis reflejos se burlaban de mí, imitando, sarcásticos, mi estúpida expresión de niño de cinco años asustado. Pero no todos eran tan crueles, otros eran peores, se reían de mí, en mi cara, sin compasión. Con descaro, me señalaban y se olvidaban de mi inocencia, corrompiéndola un poco (no mucho, ya el mundo se encargaría de eso más tarde). Y a pesar de las burlas y de la parálisis, una vez salí de mi ensimismamiento, limpié el reguero carmesí; pero dejé mis labios manchados para acordarme de lo cruel que puedo ser conmigo misma en los momentos más difíciles de mi existencia.
-¿Y cómo saliste de allí?
-No salí.

Pero dejé mis labios manchados para acordarme de lo cruel que puedo ser conmigo misma en los momentos más difíciles de mi existencia.

1 comentario:

  1. Mal rollo, mal rollo, qué zuzto >o<
    ESCRIBEEE MÁAASSSSS xD

    Mj

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