5 de agosto de 2011

Una simple pesadilla.

Usurpó sus pensamientos en mitad de la noche, encarnado en un par de ojos seguía las redes de sus conexiones. ¿Cómo se ha metido aquí? Se preguntaba ella, que, alarmada por el intruso, puso en marcha sus sentidos para asegurar las murallas. Sin embargo no se desveló. Ella seguía durmiendo plácidamente, bueno, hasta que el intruso extendió un virus y todos sus guardias cayeron como moscas:
Un gato salía de entre los matorrales; negro como la noche, con ojos..., qué más darán los ojos, por una vez, en sus sueños los ojos no aparecían. Detrás del gato no salió nada, ni nadie, tan sólo el gato. Hace tiempo ella había leído que soñar con gatos significaba que es posible que el sueño represente un aviso del inconsciente para que nos demos cuenta de algo que está sucediendo a nuestro alrededor y no nos damos cuenta; que hay que estar alertas ante posibles traiciones, problemas o daños que pueden ocurrir con personas cercanas. También recordaba haber leído sobre algo más, pero no se acordaba; estaba soñando, ¿quién se acordaría siquiera de lo que comió esa mañana?
El gato se había quedado inmóvil ante ella, las cuencas vacías de su cara la incitaban a acercarse a él. Estaba asustada, ¿cómo era posible que esa impresión proviniese de aquel rostro inexpresivo? Y aun así se acercó. Acercó una mano para que el gato la olisquease, pero este siguió inerte ante ella, así que sin reparar mucho en lo que iba a hacer empezó a acariciarle. Su pelaje negro era suave, muy suave. La pelambrera del gato comenzó a erizarse y de su interior empezó a surgir un bufido. El gato se volvió arisco y agresivo, lo que provocó que ella se apartase rápidamente, pero al dar un paso hacia atrás calló en un agujero y la gravedad actuó en su contra, haciéndola descender sin control y sin posibilidad de poder parar.
Se despertó en el suelo, con la sábana medio caída, y la cama vacía. "Una pesadilla", se dijo así misma, y regresó a la cama; así, sin más. Cerró los ojos de nuevo y volvió a dormirse.

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