26 de agosto de 2010

Diferencias.

Yo podría decir lo mismo de ti, la verdad, pero no llevo mis sueños a raja tabla, ni tampoco los apunto cada vez que cumplo uno sin quererlo. Tengo demasiadas cosas que quiero cumplir pero que se me antojan muy lejanas.
Y diréis, si se quiere, se puede. Y yo responderé, y una mierda.
Las cosas son más sencillas de lo que parecen, pero eso no quita el miedo que llevan de la mano. Cada vez que pienso en mis sueños, en mis deseos, en mis anelos... siempre hay alguna pega que impide que se realicen, y cuando me quitan esas pegas y no tengo palabras para contraatacar, me siento desnuda ante el mundo, y mi orgullo se ve herido por aquello que yo siempre intentaba evitar, la verdad.
Y ahora que lo pienso, y aunque me lo repita, puedo hacer todo lo que quiero, aunque siempre a contras y peros.
Que quiero vestir como me da la gana, ¿pero qué pasa con tu estilo y tu forma de pensar?
Que me quiero soltar y ser más cariñosa, ¿pero qué pasa con tu muralla de hielo?
Que quiero hacer lo que me da la gana, ¿pero qué pasa con las reglas y tus principios?
Siempre hay algo que me impide hacer todos mis deseos, y en estos momentos me estoy planteando hacer una lista e ir tachando cada cosa que haya en ella. Pero... ¿acaso no duraría siglos?
Quizás la gente no está hecha para morir con todos sus deseos, y está hecha para aceptar lo innegable y morir con la conciencia tranquila de no arrepentirse de algo. Parece lo mismo, pero no lo es.

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