3 de diciembre de 2013

Espíritu perdido


Le vio allí de pie, de espaldas, al borde del precipicio, observando, con su porte burgués, la inmensidad de las nubes. 
Se acercó a él, casi se pegó a su espalda, aspiró su olor... pero él ni se inmutó; siguió contemplando su soledad en la naturaleza, ignorando el espíritu de su amada. 
Ella gritó; él dejó caer una lágrima. 

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