13 de enero de 2013

Pero te callas, sobre todo, te callas

Dina se levantó otra tarde más con un dolor en el pecho; no era ninguna enfermedad física, Dina había desarrollado ansiedad cuando era pequeña, pero eso no le afectaba para nada al corazón, esto era distinto. Pero, aun así, Dina no le dio importancia, y se levantó de la cama para prepararse, tenía que ir a trabajar e iba con el tiempo justo. 
Todos los domingos, desde hacía unos pocos meses, Dina trabajaba en una pequeña cafetería. No conllevaba mucho esfuerzo y sin embargo ella siempre llegaba muy cansada a casa. Pero este día en concreto, Dina estaba exhausta, y era tal su agotamiento, que no tenía fuerzas ni para ir a correr veinte minutos, despejarse y sentir el placer de la adrenalina recorriendo su cuerpo. Así que se dejó caer rendida en el sofá, mirando fijamente a la nada y empezando a pensar en cosas que no debería. 
Dina llevaba unos meses muy malos, la vida no la estaba tratando bien, nada bien. Y, a pesar de ello, Dina siempre enseñaba una sonrisa a todo el mundo. Pero a su almohada no la podía engañar, y todas las noches, cuando Dina se iba a dormir, apoyaba la cabeza en ella y vaciaba todo su interior, quedándose fría y ausente. No pensaba. No reía. No engañaba. 
Todo el mundo se ha sentido así alguna vez: profundamente triste; y todo el mundo ha llorado silenciosamente contra su almohada. Sin embargo, la pena que Dina experimentaba era tal, que no conseguía soltar ni una sola lágrima, y el dolor inundaba su cuerpo rápidamente, recreándose en el ataque a su corazón. La llama que iluminaba su vida se había extinguido, y tan sólo podía usar las brasas para hacerle creer a los demás que se encontraba bien. 
Llora, le suplicaba una de sus amigas en su cabeza; abrázame, repetía cada vez que la veía. No obstante, la amiga de Dina sabía que no lo haría. Porque a Dina no le gusta llamar la atención, no le gusta que le traten como si fuese de cristal, no le gusta, incluso, que su mente le hable del tema. Pero lo que Dina no sabía, es que, a veces, tenía todo el derecho del mundo a decir: 
Basta, hoy no. No quiero escuchar a nadie, así que te callas, sobre todo, te callas
Y el día que lo aprenda, Dina será un poco más feliz y no tendrá que fingir sus sonrisas. Dina podrá relajarse. Dina podrá respirar. Dina no sentirá dolor. 

Socorro. 



Fuente de la frase: "Pero te callas, sobre todo, te callas".
http://myyuppiworld.blogspot.com.es/2012/09/silencio_12.html

1 comentario:

¡Comenta! Mi blog tiene mucha hambre y ¡sólo se alimenta de comentarios!