11 de agosto de 2012

Parte de mí

Una cascada de oro le caía sobre los hombros semidesnudos, al incorporarse, una gota de sudor le resbaló por la frente. Levantó la vista hacia el povoriento camino esperando ver en la lejanía a su pequeño hijo, Tomas, corriendo con una sonrisa en la cara y agitando una carta en una mano, mientras con la otra se agarraba los pantalones. Y allí estaba, tal como ella había imaginado.
Tomas tenía 5 años,  o al menos eso le parecía a su madre; aprendió muy rápido a caminar, y en seguida le perdía de vista en cuanto empezó a correr. Muchas veces se perdía, y pasadas unas horas, cuando su madre estaba ya en los límites de la histeria, él aparecía, risueño y con ganas de jugar. 
Pero no siempre era jugar, muchas veces, Tomas, ayudaba a su madre; algunas veces más que otras, pero siempre estaba ahí cuando le necesitaba. 
Por fin llegó a su lado, y le estrechó fuertemente las piernas; con amor, con cariño. 

Y así es este blog para mí: un hijo, una parte de mí que, ni queriendo, podría borrar. Ni siquiera aquellas entradas que me recuerdan momentos que no me gustan, que duelen. Y por eso escribo esta entrada. La entrada 200. Ni yo misma me lo creo, ni tampoco me creo los quince seguidores que tengo. Es obvio que no todos me seguirán leyendo, o que todos leen todo lo que subo, pero gracias por estar ahí, me gusta pensar que a alguien le gusta como escribo.
Pero sobre todo, gracias a un Cachito por ocurrírsele engancharme a otra red social más (porque, al fin y al cabo, eso es lo que es), es lo mejor que he podido hacer. 

3 comentarios:

  1. Qué boniiiito, feliz entrada 200!!
    Tu blog será tu único y mimado hijo xD

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  2. También xDDD pero lo bonito es que cuando me ve me la deja él :_

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