16 de mayo de 2012

No se lo podía quitar de la cabeza

Pasó corriendo junto a ella cuando cruzaba por el paso de peatones, nada más verlo tuvo la intuición de que iban al mismo sitio. Y acertó, nada más girar la esquina le vio acercándose lentamente al portal: un chico rubio, delgado, de estatura media, y posiblemente más pequeño que ella en edad. Antes de que ella llegase, él ya había atravesado la puerta, sin embargo, se daría cuenta de que ella iba en la misma dirección, y cuando fue a pitar al telefonillo se sorprendió al ver al chico esperando a darle al botón para poder abrir la puerta. Ella le sonrió tímidamente. 
-Gracias. 
-De nada. 
Y mientras él mantenía las puertas del ascensor abiertas para que ella llegase, le preguntó:
-¿Subes o bajas?
- Subo. 
Y sin decir nada más, como decepcionado por no poder verla más, bajó la mirada y presionó el botón de su destino. Pero antes de que las puertas se cerrasen, ella le dijo con una sonrisa de agradecimiento:
-Gracias de todas maneras.
Él le respondió alegremente con el mismo gesto, mirándola de frente, con una mirada sincera y segura que caló en el corazón de la chica. Tenía los ojos claros, acorde con su aspecto, que le daban un aire inocente. 
La chica sigue pensando en ese momento, en si le volverá a ver alguna vez en el portal, y cada vez que gira la esquina espera verle acercándose lentamente a la puerta. Sin embargo, no quiere que sus caminos se separen tan rápido, sino que por alguna casualidad, consigan conocerse cada vez un poco más, y poder arrancarle siempre una de esas sonrisas. 
Una de las sonrisas más bonita que ella había visto en su vida.

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