21 de abril de 2014

Error humano

Llevaba ya un rato corriendo en círculos para intentar huir de su fatal destino. Intentaba orientarse por el olfato pero una y otra vez veía el mismo árbol caído, una y otra vez saltaba a sus compañeros muertos, una y otra vez la madriguera de la que había salido despavorido... allá donde iba los candentes muros le prohibían el paso, sintió cómo el pelo le abrasaba y se fundía con la piel cuando saltaba sobre un ciervo; tropezó y rodó hasta chocar con una roca.
Jadeaba de dolor intentando alargar el último aliento que le quedaba, viendo cómo caían las estrellas del cielo y se apagaban en el charco de su sangre. Quería mover sus patas, levantarse e irse antes de que el monstruo le atrapare, pero ya no sentía nada en todo el cuerpo, tan sólo los pulmones consumiéndose por el humo.
Una pequeña hoja, manchada de ardiente rojo, revoloteó alrededor suya, al mismo tiempo que su corazón, se iba parando...

Al día siguiente, todos los periódicos hablaban del loco que quemó los cerros; lo atraparon rápido, igual que el fuego al crecer, no como los animales al morir.   

19 de marzo de 2014

Inesperado

Empezó a toser y su madre le dio un pañuelo rápidamente, cuando se lo fue a devolver la sangre lo inundaba todo; alarmada fue a llamar al médico mientras él volvía a tener otro ataque, pero en seguida vino todo el equipo cuando sus pulsaciones sobrepasaron el límite. Asustada se quedó llorando en una esquina mientras veía a su hijo rodeado de extraños que intentaban volver a salvarlo; gritaban, se movían, entraban, salían, quitaban y ponían, pero sin éxito; al final, un largo pitido inundó la enferma habitación verde. 
Llevaba ya media hora tumbado en la cama, con el despertador interrumpiendo sus pensamientos cada diez minutos. Han pasado muchos meses desde que se le ocurrió la idea, pero había demasiados factores que frenaban su decisión: dejarlo o no dejarlo. Se levantó dispuesto a mandar a tomar por culo a su jefe, echándole el discurso de su vida, rompiéndole alguna cosa del despacho y saliendo con un portazo como punto final. 
Lo que no se esperaba era que un hombre se durmiese al volante y provocase que un camión volcase justo encima de él mientras aparcaba a la puerta de su trabajo, ni que tuviese la suerte de sobrevivir, ni ver a su madre día tras día a su lado, ni sentir cómo los pulmones se le hinchaban, ni ver su sangre en un pañuelo, ni quedar profundamente dormido después de un ataque de tos.

3 de febrero de 2014

Desvaríos de clase

Qué horror de exposiciones, con lo tranquila que podría estar yo en casa estudiando el examen de mañana, aquí deberían ir unos puntos suspensivos, y aquí otros, maldito monólogo interior, qué raro se me hace escribir sin puntuaciones eeeeeeh, qué pesado con la muletilla, sino la dice en cada frase revienta, qué hambre parece que llevo casi un mes con un agujero negro en el estómago, física, qué ganas de volver a dar ciencias, no entiendo por qué es tan raro que me gustan, cómo se llamaba este chico era un nombre gracioso, gracioso va a ser el examen de mañana, qué gracia el acento de esta chica, como Bonifacio ese nombre sí que es ridículo, Bonifacio, no me cansaría de repetirlo todo el día, siempre me imagino a un hombre gordo bajito del monte gritando ¡yehe! a las cabras, Bonifacio, y ahora la canción de Hércules en la cabeza, maldita Eny, no sé para qué le dejo que me la escriba, y aun así no me sé la letra qué coñazo de exposición, ya le podrían poner un poco más de ganas, qué aburrimiento y qué hambre, ¡quiero mi lasaña! y ¡mis signos de puntuación!

Infortunio

Oh, cariño, no te vas a creer lo que me ha pasado hoy:
Sé que sólo llevaba con ella un año y medio, pero la quería como si hubiese estado conmigo toda una visa. Pasó en un abrir y cerrar de ojos: Iba corriendo con ella, llegábamos tarde, como siempre; oí un sonido sordo pero estaba preocupada en cruzar al otro lado. Se cayó. Cayó por mi culpa, no la llevaba bien agarrada. Sí, cariño, fue fallo mio, no intentes consolarme. Justo cuando me di la vuelta para mirarla un coche pasó por encima suya y ¡la destrozó por completo! ¡Como si fuese una hormiga! Los coches siguieron atravesando la carretera, machacándola y convirtiéndola en añicos, se ensañaron con ella sin siquiera darse cuenta de que estaba ahí... ¡Murió! Y todo por mi culpa... ¡Mi cámara, mi pobre cámara!

15 de diciembre de 2013

Tan lejos y tan cerca

Al lápiz le queda poca mina y yo estoy a punto de morir. los ojos se me cierran; el cansancio de la vida. Tras un día agotador, sólo mi cama se cruza por mi mente: tumbarme en ella e ir a la deriva. Pero aún me asalta el remordimiento, una gota pequeña que me chilla que algo está mal, que todavía no es mi hora; pero me pesan, mis párpados caen una y otra vez. 
Miro su cuello liso, e inmediatamente vislumbro el resto de su rostro: su boca menuda, su nariz respingona, sus finas cejas, su frente despejada, sus intensos ojos marrones... No hace falta que se gire, pues llevo grabado en mi mente todo su ser; no hace falta que me hable, pues recuerdo todas sus palabras; hace falta que me toque, pues todavía no he conseguido sentir el tacto de su seda... 
Parece que el trazo aguanta, pero no me va a durar mucho más. Ya tengo lo que quería:
Le he robado un instante de su vida, que guardaré entre otros papeles que la atrapan en el tiempo. 
Socorro, apenas es legible lo que escribo y ya no aguanto más la mirada... Si al menos pudiese tocarla... 



3 de diciembre de 2013

Espíritu perdido


Le vio allí de pie, de espaldas, al borde del precipicio, observando, con su porte burgués, la inmensidad de las nubes. 
Se acercó a él, casi se pegó a su espalda, aspiró su olor... pero él ni se inmutó; siguió contemplando su soledad en la naturaleza, ignorando el espíritu de su amada. 
Ella gritó; él dejó caer una lágrima.