12 de junio de 2012

Exámenes. 
Examen, examen, examen, examen y examen. Cinco exámenes en total. Afortunadamente, este cuatrimestre me los han organizado mejor, y entre examen y examen tengo entre tres y cuatro días para poder estudiarme el resto de asignaturas. Pero entro en contradicción, porque cuanto más separación hay entre los días, más vagueza me entra, y después, estoy como ahora: las once menos veinte pasadas de la noche y todavía me quedan cuatro temas. En realidad son dos y medio, porque dos de ellos me los sé así de pasada. Pero estoy en duda: ¿duermo y me levanto temprano, o sigo y duermo poco después, o duermo un par de horas y después estudio?
La primera opción la descarto de inmediato; nunca he conseguido hacer eso, y no creo que hoy vaya a ser una excepción. 
La segunda... estoy bastante harta de estudiar, llevo dos días así, y sólo tengo ganas de hacer el examen y quitármelo de encima ya. 
La tercera... es la más viable, viendo las otras dos, pero ¿y si me duermo y no consigo despertarme a tiempo?
Mañana tengo que coger el tren a las siete y veinte (50min) y un autobús desde la Alameda hasta la universidad (20min aprox.), sería una hora y poco más para poder estudiar, pero no lo haría, no demasiado bien, me gusta demasiado mirar por la ventana y cotillear (lo más disimuladamente) al resto de la gente.
A medida que pasa el tiempo, dejo estas estupideces a un lado, acabaré haciendo lo de siempre: estudiar hasta que no pueda más, dormir, y mañana, cinco minutos antes del examen, leérmelo todo por encima. 
No tengo remedio. Pero ninguno. 

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