10 de diciembre de 2010

Ninguna huella en un desolado mar de emociones. ¿Cuándo llegará algún forastero curioseando mis territorios? La entrada está vetada a amigos y conocidos, demasiado desprotegida me he sentido ya. Pero quiero a alguien que no me pida nada más, que sea fiel a mis territorios y que no los destroce, y que su paso por ellos me ayude a conservarlos.
Un alma con el que me pueda identificar sin mostrarle mi identidad, alguien que no se pueda llevar un cacho de mi, una pieza de mi enrevesado rompecabezas, algo que me deje un vacío irreemplazable. ¿Alguien se ofrece?

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