-¡Dina despierta! Ven a la cocina ¡corre!
Dina se levantó por la inercia del empujón de su padre y fue a la cocina arrastrando los pies; unos metros más atrás iba su consciencia. Pero al llegar a la cocina, ésta voló hacia ella ante la espantosa imagen:
La madre de Dina estaba tirada en el suelo y su padre al lado, gritándole y zarandeándola.
-¡Dina llama a una ambulancia!
Dina ni siquiera se había atrevido a pasar el umbral de la puerta.
-¡Dina!
Ante el tono desesperado de su padre Dina reaccionó de inmediato y corrió al teléfono. 1, 1, 2...:
-Emergencias ¿en qué puedo ayudarle?
-¡Mi madre está inconsciente en la cocina y
-Le pasaré con emergencias sanitarias, espere un momento.
-061, ¿dígame?
-¡Mi madre está inconsciente en la cocina y
-¿Su nombre señorita?
-¡Pero
-Dígame su nombre y dirección, por favor. Una ambulancia ya está siendo preparada.
-Me llamo Dina Key y vivo en la calle Mío Cid, número 6, 5ºC, Málaga.
-Muy bien, Dina. ¿Qué lo que ha pasado?
-¡Mi madre está desplomada en el suelo y no se despierta, mi padre está intentando que reaccione, pero no lo hace!
- De acuerdo, Dina, quiero que le digas a tu padre que coloque a tu madre boca arriba, con la cabeza hacia un lado y que esperéis a que llegue la ambulancia mientras os intentáis tranquilizar.
Pocos interminables minutos más tarde el timbre suena y Dina va a abrir la puerta: es el médico con dos sanitarios más. Rápidamente el médico sigue a Dina hasta la cocina y se deja hacer a la altura de la madre de Dina y le toma el pulso.
-Tiene pulso. -le dice a los sanitarios- Vamos a tomarle la tensión. Ayudarme a incorporarla; apártese señor...
-Señor Key.
-Bien, deje espacio señor Key.
-¿Qué puedo hacer para ayudar?
-Prepare un té, para cuando su mujer despierte.
Mientras todos hacían algo: el padre de Dina preparaba el té, el médico le tomaba la tensión y los sanitarios hacían... algo, Dina sólo notaba que se movían; Dina no hacía nada, estaba allí delante, de pie, con los brazos a ambos lados de su cuerpo y los ojos muy abiertos, sin separarlos de la pálida, y casi transparente, piel de su madre.
-Tiene la tensión muy baja. Hacerle un electro.
-Tiene el pulso cardíaco muy bajo, pero no muestra nada más.
-¿Nada más? ¿Qué es lo que tiene doctor?
-Venga aquí señor Key y súbale las piernas, asegúrese de que estén bien levantadas. Bien. Le explico: su mujer ha sufrido un síncope, no se preocupe -dijo ante la descomposición de la cara del padre de Dina-, simplemente le dio un bajón en el pulso cardíaco, que, junto con su tensión baja, le provocó un desmayo. Sólo ha sido un susto.
Y el médico sonrió, y el padre de Dina también.
Los sanitarios relevaron al padre de Dina el puesto para que él pudiese terminar el té. Dina seguía allí de pie, y cuando el té estuvo listo, su madre todavía seguía sin responder.
-Dina, ven aquí.
Le dijo en un susurro su padre mientras le rodeaba los hombros. Y sin dejar de susurrar:
-Está bien, tranquila, sólo ha sido un susto.
La cabeza de la madre de Dina se movió ligeramente al mismo tiempo que ésta fruncía el ceño e intentaba emitir algún sonido.
-¡Mamá!
Dina corrió en su búsqueda y se abalanzó sobre ella.
-¿Mamá? ¡Mamá!
Poco a poco su madre fue abriendo los ojos, recuperando el pulso de Dina.
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