-¿El qué?
-Todo él.
-Explícate.
-No puedo.
Y por supuesto que no podía, porque Jul no hacía más que
pensar en sus sentimientos hacia él: los que le provocaban sus miradas, sus
risas, sus gestos; los más horribles cuando veía que avanzaba hacia otra chica,
y los más bonitos cuando él se acercaba a ella... Y sin embargo, todo lo que él
significaba para Jul empezaba a desmoronarse; o al menos eso cría ella.
Jul sabía que no había dejado de quererle, pero cuando uno
se acostumbra a sentir algo ¿podría decirse que el sentimiento había cambiado?
Jul no lo sabía, no estaba segura, y eso le atormentaba. Le horrorizaba
perderle. ¿Y cómo explicar un sentimiento, una idea, así? No podía, simplemente
no podía. Y día tras día, y momento tras momento Jul se iba consumiendo, poco a
poco, sin saber si quiera cómo salir de aquella pesadilla en la que se
convirtió su mente; intentando, por todos los medios, explicarlo con palabras.
Genial, sin duda genial.
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