
Ódiame, abandóname, olvídame, despréciame.
Corrompe tu alma olvidando a la perfección, dejándola de lado en su mundo ideal, y haciendo que se sienta como una desgraciada, no dudes de ello.
Tengo sed de sangre, pero no de la tuya, sino de la que corre por mis venas y hace que cada vez sea más gélida. Me mojo los labios con un líquido carmesí, intenso carmesí. Se resbala por mi garganta y desliza por mis senos, haciendo gran contraste con mi blanca piel.
Soy nueva. Me he desecho de todo cuanto he querido y me ha hecho sufrir. Soy alguien nueva... pero, ¿y mañana? Cuando vuelva a despertar, seré la misma, mis recuerdos volverán y ya no podré deshacerme de ellos hasta la noche. No soy feliz, y lo sé. Pero al menos me queda mi oscuridad, donde sé que puedo abstenerme de mostrar la realidad.
Corre, huye, escapa de mí, soy una mujer nueva, y a partir de ahora, pocas palabras serán de arrepentimiento. Cállate de una puta vez y escucha lo que te digo: Ahora me controlo yo, sigo siendo la capulla prepotente, la mujer perfecta, y tú no lo vas a cambiar. Sigo siendo la que te dejó por los suelos con su arrogancia. Sigo siendo demasiado para ti. Soy perfecta y siempre lo seré. Entérate.
Soy las sombras de mis sombras. Soy la mujer perfecta.
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