Atrapada entre dos mundos, Annie no sabía cómo escapar del limbo; quería llegar hasta su futuro pero su pasado se había pegado a ella como el chapapote en las playas de Galicia. Era un pájaro con petróleo en sus alas.
Annie sabía cuál era el problema, pero no se quitaba con un poco de agua y jabón, y menos aún cuando la sucia marea nunca bajaba. Tenía que llegar a una playa limpia y mantenerse en remojo, dejando que poco a poco el blanco de sus plumas volviera a aparecer.
Sin embargo, llevaba demasiado tiempo manchada y se había olvidado de cómo era en realidad. Había muerto en combate, en su lucha, y ahora tenía miedo de no poder resurgir de entre sus cenizas.
Tiempo al tiempo, se repetía, pero a Annie nunca le ha gustado esperar.
"Al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave Fénix, siempre única y eterna".